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El 'Almirante' causa sensación con su disfraz y acto de estatua humana
La creatividad e ingenio de Édgar para crear disfraces superrealistas le han valido invitaciones a conocer las principales ciudades del país
Con el objetivo de algún día cumplir su sueño de convertirse en un reconocido artista plástico, Édgar Édison Quilligana se calza su uniforme ‘militar’ y trabaja cada día como estatua humana en diversas calles de Guayaquil.
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Édgar es indígena, de nacionalidad Kichwa, oriundo de Ambato, tiene 32 años y los dos últimos se ha dedicado a recorrer algunas ciudades del país mostrando la calidad en el diseño de sus disfraces, lo cual le ha valido el reconocimiento popular e invitaciones a viajar por distintas localidades.
“Empecé en Ambato, ahí otros artistas se impresionaron con mis diseños y me invitaron a Riobamba, luego me llevaron a Baños, de ahí estuve por Quito. Allá me recomendaron ir a las fiestas de Cuenca, donde hay más personas que también hacen de estatuas vivientes. Ellos (las ‘estatuas’ cuencanas) me dijeron: ‘¡Wow! Tu arte es impresionante, ¿quieres ir a Guayaquil?’.
Al principio no quería, pero me dijeron que acá el trabajo era bueno, que la gente me iba a apoyar y así fue como me convencieron. La primera semana me ‘cogió’ el clima (calor), después ya me fui acostumbrando”, comentó el artista, quien se mantiene metido en el personaje a pesar de que el sudor le chorrea a mares por su rostro.
Un sueño de la infancia
Recordó que si bien desde niño se interesó por inventar cosas, fue a raíz de un accidente en bicicleta, que le costó su trabajo, que se lanzó de lleno a cumplir su sueño de ser un artista del disfraz.
“Yo trabajaba haciendo calzado en una fábrica. Un día estaba andando en bicicleta, un carro se me atravesó y me atropelló; me rompió la clavícula, la mandíbula y por ese motivo no podía trabajar. Laboraba en el campo y no estaba afiliado (al Seguro Social), me dijeron que me llamarían cuando ya estuviera sano, pero no pasó y así me quedé sin empleo”, rememoró.
Ante la falta de oportunidades y con la necesidad de ayudar económicamente a su familia, Édgar puso a funcionar su imaginación.
“Tenía 10 dólares cuando empecé con un disfraz de dinosaurio que fue el primero que hice, con materiales reciclados, y con ese me hice conocido en Ambato. Luego hice este de soldado porque me gusta el personaje. Mi hermana trabajaba con telas, yo sé de mecánica y costura con cuero, entonces así empecé a hacer disfraces”.
Bastó poco tiempo para que sus disfraces llamen la atención del público, hasta que una señora por TikTok lo hizo viral. “Ahí fue que me llamaron de la fábrica a decirme ‘¿has sido tú?’ Ahora sí, ven a trabajar”, pero me negué, dije: “Amo mi arte y voy a seguir con esto”.
Hasta los pillos lo apoyan
La rutina diaria de Édgar se inicia alrededor de las 09:00, cuando toma su disfraz, que representa al almirante Cristóbal Colón, aunque en la época navideña lo confundan con un soldado de juguete, se maquilla con ayuda de otros artistas callejeros y sale a posar en diferentes lugares turísticos. La transformación le toma alrededor de dos horas.
Uno de los sitios donde suele instalarse es la intersección de la 9 de Octubre y Carchi, donde su presencia impresiona tanto a peatones como conductores, muchos de los cuales se detienen a sacarle una foto o darle una colaboración.
“Hasta los malandros que pasan me dicen: ‘Uy, está chato el disfraz’. Al principio me asusté porque me daban la vuelta, me preguntaban si era real o artificial, pero al final hasta me apoyaban con unos centavos”.
“No quiero quedarme mucho tiempo más en la calle, aspiro a ser mucho mejor para poder decirle a todos los que no creían en mí, porque solo terminé la escuela, que sí pude y que autoeducarse es bueno”.
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