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Una pareja se acercó al canal a tomar el ‘fresco’, pero se topó con el ‘tufo tóxico’.ALEX LIMA

Agua contaminada no deja ni dormir a habitantes de Jardines del Salado

Los habitantes de la cooperativa Jardines del Salado perciben olores a químicos cuyo origen es desconocido, pero que han identificado en el agua de un canal de la zona. No los deja ni comer, peor dormir.

El olor a algún químico nocivo en el agua del canal es tan fuerte que ¡hasta la ‘cachina’ queda apestosa para la ‘vacilada’! Incluso los que pasan ‘al vuelo’ en sus carros ni bajan las ventanas y peor abren sus puertas, porque el hedor se queda encerrado en las ‘naves’.

“¿Qué más se puede hacer? Hay que vivir así”, es la consigna de resignación de Vicenta Márquez, moradora de la cooperativa Jardines del Salado, en el oeste de Guayaquil, cuya vivienda se ubica justo frente al pequeño estrecho que se ha convertido en su ‘tóxico’: está todo el tiempo con ella, no respeta ni horarios... ¡y de su privacidad ni hablar!

Pero ellos no se quejan “de por gusto”, pues en la salida alterna del conjunto habitacional, al pie del desvío que une la vía a la costa con la avenida José Rodríguez Bonín, el agua que circula en la zanja que bordea la cooperativa (y que termina desembocando en el estero Salado) presenta una capa blanquecina y de apariencia aceitosa, que también emana olores que hasta enferman a los habitantes de Jardines. 

José Luis Cedeño, a quien llaman Rocky en el barrio, es uno de los tantos que suelen andar ‘mocosos’ por efectos del ‘tóxico’. Él sufre de asma y cada 20 días tiene que gastar 60 dólares en medicamentos, entre ellos Ventolín, porque en las madrugadas se ahoga debido al ‘tufo’ que ha entrado a su organismo durante el día. “Es un gasto que no se tiene contemplado, pero que es necesario por mi salud”, expresa.

Animalitos como Firulais también van a curiosear el agüita.Alex Lima

Este ‘tóxico’, aparte de no dejarlos ni respirar bien, tampoco los deja comer. Y Vicenta es testigo de aquello: “A la hora del almuerzo tenemos que abrir todas las ventanas y prender los ventiladores, porque se queda esa pestilencia y uno siente que ‘come’ contaminación”. 

Y cualquiera pensaría que solo los que andan en dos piernas son los que sufren, pero nada que ver. Blanca Montero, quien dice que “los mayores salen a tomar sol para las piernitas” en un asiento que se ubica al filo de la zanja, ha visto patos y otras aves como gaviotas y garzas desde esa misma butaca y piensa que hasta la fauna sale ‘mal parqueada’ por lo que sucede allí y que ellos no tienen claro de dónde proviene.

“Se veía una pareja de patos, pero después de un tiempo dejamos de ver a uno y luego lo encontramos muerto. Hay que ver si no es por lo mismo del agua”, menciona Blanca. Ella se preocupa aún más porque recuerda que niños y jóvenes se ‘pegan un chapuzón’ cuando sube la marea.

Este Diario solicitó el pronunciamiento del Municipio de Guayaquil sobre lo que sucede en este sector, además de una posible solución. Sin embargo, no hubo respuesta oficial al correo enviado el miércoles 24 de agosto.

Por otra parte, Interagua, quien fue notificada por el Cabildo, realizó una inspección y notó que el departamento convocado no era el indicado para tratar la contaminación. ¿Quién responde, entonces?

Rocky, en cambio, hace la prueba con una plantita: la mitad de sus hojas están sumergidas en el agua, mientras que la otra mitad no. Él descendió por el terreno lodoso y tomó una de cada una para limpiarlas y compararlas: la que estaba en el agua quedó aceitosa luego de quitarle el fango.

¿Sí ve? Esto es lo que hay en el agua”. Se pregunta, en tono irónico, si no será petróleo y hasta bromea al decir que de ser así, toda la gente del barrio se hará la ‘platota’.