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La familia Iza Minango fue acogida en la casa de un familiar, ubicada en La Comuna, cerca del lugar de la tragedia.GUSTAVO GUAMAN

Afectados por el aluvión de Quito ¡Incompletos y en la calle!

El lodazal en La Comuna y La Gasca se llevó las vidas de su hija y de la abuelita de esta. Pero no solo eso. También todas las pertenencias que tenían.

En el terreno donde vivía la familia Iza Minango, en las calles Ignacio de Quezada y Nuño de Bonilla, alguien izó una bandera ecuatoriana. Cerca de allí fueron halladas Johanna y su abuelita, Rosa Guamán, fallecidas en el aluvión de Quito, el 31 de enero.

Luis Iza, el padre de Johanna, aún se moviliza en una silla de ruedas prestada. Su esposa Mercedes ha sido quien le ha curado las heridas. Pero no solo se les fueron sus seres queridos. La tragedia los dejó solo con la ropa que tenían puesta. Su casa, de adobe y madera, colapsó. Un camión terminó encima.

“Si era solo el aluvión, mi mamá y mi hija se hubieran salvado”, dice Mercedes.

Ella le atribuye la gravedad del percance a que, desde hace varias semanas en ese terreno, donde funcionaba un aserradero y que cuidaban, había dos montañas de tierra. Supuestamente de trabajos en otros sitios de la ciudad. “Hicieron botadero”, comenta Jorge Iza, hijo mayor de la pareja.

Reclaman que no recibieron apoyo oportuno, que fueron los vecinos quienes salvaron de morir con hipotermia a Luis, porque le dieron cobijas. “Yo creo que mucha gente falleció esperando la ayuda”, dijo.

Están indignados por la forma en que sucedieron las cosas. Mercedes cuenta que mientras enterraban a sus parientes, algunas personas aprovechaban para llevarse lo poco que les quedaba. “Algunos hasta se han hecho pasar por nosotros para pedir ayuda”.

El día de la tragedia, un camión quedó varado en el terreno en el que vivía la familia.GUSTAVO GUAMAN

Les regalaron un terreno pequeño muy cerca y pretenden reiniciar su vida, para ello necesitan donaciones de materiales de construcción y para los acabados: vidrios, puertas, lavamanos, inodoros.

También algunos muebles, como camas y armarios para ya no guardar la ropa, también donada, en fundas de basura. “Hemos recibido mucha solidaridad de la gente, pero de los privados, porque de las entidades públicas nada”, reclama Mercedes.

Las necesidades más básicas son víveres, también alcohol y gasas para las curaciones de Luis. Mercedes y Jorge salieron de la casa unos minutos antes de la desgracia –fueron a la farmacia– “si no, otro habría sido el cuento”, dice Jorge.

De hecho, fue Johanna quien le pidió a su madre que acompañara a su hermano. “No lo dejes solo, mami”. Fueron las últimas palabras que escuchó de ella.