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'Mosquito' y su pareja viven en una humilde casita de madera, en medio de la pobreza y de un montón de gatos.Daniel Vite / EXTRA

Los protagonistas de 'mameluco' público en Quevedo se 'destapan'

'Mosquito' y su pareja dicen que lo del sexo oral sobre un banco en una vereda de Quevedo fue ‘bromita nomás’

Su contextura es delgada, su piel tostada de tanto sol, pero su carisma es como el de un niño que solo piensa en los momentos felices. Así es José Andrés. Su edad es un misterio, cree que tiene 40. De su cédula solo conserva el plástico con su nombre escrito con su propia mano, sin fecha ni nada.

'Mosquito', como lo conocen todos, hace pocos días se viralizó en las redes sociales, debido a un corto video en el cual se observa que aparentemente estaría realizando sexo oral con su pareja, en pleno centro de Quevedo, en Los Ríos.

En su hogar ubicado en la parroquia San Cristóbal, Mosquito le explica a EXTRA que “todo fue una bromita” que hizo con su amada.

Asegura que todo se trató de un ‘encame’, y como estaba jugando con su ‘ñora’, hizo la escena que parecía sacada de una película Triple X, pero nunca pensó que iba a estar en las redes. Además, no se enteró del asunto hasta que salió a las calles y sus panas le gritaban: “habla, chivo huérfano”.

¿Pero qué piensa él de la acción de la que todo Quevedo habla? Mosquito se toma la cabeza, se saca su vieja gorra y dice: “No le paro bola a esos hp, ni siquiera me interesa porque el que me conoce sabe que no soy así. Estábamos jugando con mi mujer y solo hice una broma, y ya toda la gente lo ha tomado a mal, como que si fuera un loco”, explica José.

Un amante empedernido

Pero Castillo tiene su historia. No duda en contar cómo empezaron sus dotes de donjuán y sin pena dice que “de joven fui un mujeriego en potencia”.

Asegura que es un manabita. Dice que a “caballo regalado no le pela el diente”. Es decir, él ‘barre’ con todo.

Recuerda que ‘dejó de ser coco’ cuando tenía 14 años y una vecina que vivía al frente de su casa lo llamó. “Mi mamá me dijo: ‘¿para qué te llama esa señora?’. Y le dije que no sabía. La sorpresa es que cuando llegué estaba desnudita y como ‘buen macho alfa’ tuve que cumplir”. Desde entonces se envició.

Hace dos años, Mosquito dormía en una vereda fuera de una entidad bancaria en San Camilo con una mujer, “pero nunca tuve sexo con ella, porque me daba miedo que me vaya a pegar, ya que era muy brava”. Resulta que la señora sufría de esquizofrenia y por eso a veces actuaba de forma rara, dice.

Con su ‘ñora’

Su actual pareja y también protagonista del video tampoco recuerda su edad, pero calcula que tiene 37 años. El año pasado por el mes de diciembre conoció a José en el mercado central de Quevedo. Entonces se tomaron unos ‘pepos’ de guanchaca y compartieron sus penas.

La mujer, quien por momentos divaga y parece tener problemas mentales, asegura que llegó desde San Lorenzo (Esmeraldas), donde vive su familia. Con una risa que esconde algo de picardía recuerda que José “ha sido el primer hombre de mi vida y por eso lo acompañó a sus locuras”, dice la ‘ñora’, mientras toma la mano de su amado.

Viven como pueden en su covacha que levantaron a punta de recoger botelllas y en un terreno que José se ganó “por cuidar vaquitas”. Allí mantienen a nueve gatos.

Al fin y al cabo, dos solitarios en el mundo que disfrutan la vida a su manera.

Sexo público, entre sí y no

Guayaquil no se ha salvado de los videos ardientes. Uno que se hizo viral habría sido grabado el pasado 14 de febrero, donde aparentemente un menor de edad practicaba sexo oral a un hombre mientras paseaban en uno de los cubículos de la noria La Perla, ubicada en el Malecón Simón Bolívar.

El presunto responsable estaba identificado, pero a las autoridades les tocó quedarse con los brazos cruzados. No había cómo sancionar.

Y es que tener sexo en lugares públicos no está considerado como un delito, a excepción que involucre a niños, niñas y adolescentes. Así lo establece el Código Integral Penal (COIP), creado en el 2014. En el caso de La Perla, nunca se confirmó si era menor de edad.

Aquel ‘hueco’ en el COIP limita a los municipios en aplicar ordenanzas para sancionar a los exhibicionistas ardientes, reconoce Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia del Cabildo porteño.

“Apenas hacemos un llamado de atención a los protagonistas de esas escenas para que se retiren del lugar”, indica.

Narváez lamenta que tras el COIP, las autoridades están limitadas en poner orden en ciertos temas que afectan a la ciudad, con el riesgo de ser demandados.

Cita como ejemplo que esta semana debe declarar ante la Fiscalía por una denuncia por odio, por clausurar un motel que sirve de fachada y cuyo fin es que sea usado por servidoras sexuales que merodean el parque La Victoria, en el centro de la ciudad.

Los actos sexuales públicos han sido motivo de debate con respecto a las implicaciones legales que tendrían.

El abogado Jorge Chamba sostiene que la solución está en la revisión del COIP para incluir sanciones para este tipo de infracciones.

Por lo pronto, considera que se deberían establecer controles en sitios donde podrían presentarse actos que denigren al ser humano.

El jurista José Flores opina que los grupos que se consideren afectadas deberían insistir en una reforma que sancione a personas que con sus actos atentan a la salud visual, religión y manera de pensar.

Mientras tanto los municipios, añade, deberían socializar sobre el respeto a los demás en espacios públicos, especialmente en parques.

Qué difícil es frenar a los ‘calientes’

En los cantones Santa Elena, Salinas y La Libertad, de la provincia de santa Elena, hay ordenanzas que prohíben escenas obscenas. Ya hubo retenidos por transgredir la norma.

Hace poco, en el malecón de Santa Rosa, puerto de Salinas, se desalojó a un grupo de extranjeros que utilizaba las lanchas como moteles. Ángel Mejía, del área de Justicia y Vigilancia de la Libertad, recuerda que una ordenanza señala que hay multas económicas y retención por 48 horas.

En el 2019, en una playa vacía de Manglaralto se difundieron imágenes de una pareja desnuda. Eso hizo que se creará una ordenanza.

En tanto que en el cantón Playas, a quien se lo pille haciendo actos inmorales en la calle (sexo, masturbación) corre el riesgo de ir a la cárcel de 6 meses a 3 años. De no acatar la sanción de la ordenanza deberá pagar el 50 % del sueldo ($ 200), por cometimiento de actos inmorales en la vía pública, dice la comisaria municipal Gisella Cruz.

Igual ocurre en el Municipio de Portoviejo, en Manabí, donde sí hay una ordenanza que prohíbe satisfacer las necesidades corporales en el espacio público, y se considera agravante cuando esta acción atenta al decoro y respeto ciudadano.

En tanto que, en Babahoyo (Los Ríos), por tratarse de un caso inusual explica el concejal Fabricio Orrala, no había motivo de crear una ordenanza para aplicar sanción a quienes mantengan relaciones sexuales a la intemperie.

Tampoco se puede sancionar en Quevedo, lugar donde se registró el suceso viral entre Mosquito y su pareja. En esta ciudad no hay una ordenanza que sancione a personas que cometan actos impuros o que tengan sexo en espacios públicos.

Sin embargo, Jimmy Aguirre, concejal y miembro de la Comisión de la Vía Pública del Municipio de Quevedo, informó que trabajan en el ordenamiento de estas leyes que permitan condenar a esos infractores.

Al momento explicó que hay una norma que no permite libar en espacios públicos, por lo que la Policía podrá desalojarlos.

En tanto que en Riobamba, provincia de Chimborazo, ante la falta de una ordenanza, el único procedimiento que se puede “sería el retiro del espacio público de los involucrados”, explica Luis Poma, intendente.

En Loja, en tanto, no existe una ordenanza que permita actuar en caso de encontrar a unas personas teniendo relaciones sexuales en la calle. DV-JPZ-TOF-JL-NM-FI-AG-PO