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Quito: Lo que hicieron los vecinos de Tababela para sofocar el incendio
Los vecinos se unieron con ramas y baldes para sofocar las llamas. Las manos humanas están detrás, aunque no se ha comprobado que sea intencional
Juan Cevallos se enteró de que su casa podría terminar en cenizas cuando acababa clases en el colegio. Apenas sonó el timbre de salida, corrió hasta Tababela, al nororiente de Quito, para ayudar a controlar el incendio forestal que se registró la tarde y noche del miércoles 6 de septiembre.
La capital enfrentó 22 incendios en 24 horas. Se abrieron varios frentes tanto en la zona rural como en la urbana.
(Lea también: Moradores de Tababela ayudan a sofocar las llamas del incendio forestal )
Aunque se controlaron las llamas, los trabajos de enfriamiento y monitoreo continuaron la mañana de este jueves 7 de septiembre, sobre todo en la quebrada de Guambi, que separa a las localidades de Puembo y Tababela.
Allí, tanto moradores como los bomberos seguían trabajando en los focos que, con el sol intenso y el viento, corrían el riesgo de volver a prenderse.
No se han señalado responsables aún, lo que sí es que la mano humana, por lo menos involuntaria, está detrás, según el mayor Manuel Gallegos, comandante de Operaciones del Cuerpo de Bomberos de Quito.
“Tenemos varias hipótesis, por un lado, las quemas agrícolas y por otro la quema de basura. El 99% de incendios es provocado por la mano del hombre”, aseguró.
Llama la atención a las autoridades que el fuego se encienda al mediodía, es decir, aprovechando el clima para realizar las quemas. El miércoles también cayó un árbol sobre un cable de alta tensión, según el uniformado.
El alcalde Pabel Muñoz dijo, en cambio, que fueron intencionales. Afirmó haber coordinado acciones de inteligencia con el Gobierno Nacional para encontrar a los responsables y solicitó a la policía que realice patrullajes por la zona. “Pido a la ciudadanía estar atenta a comportamientos sospechosos e informar inmediatamente al ECU 911”.
En total, 300 uniformados, entre bomberos, militares, policías, agentes de tránsito y municipales, seguían desplegados en los distintos frentes.
También funcionarios de la Secretaría de Inclusión y el Patronato San José para hacer un registro de los afectados. No hubo heridos, pero sí necesitarían ayuda psicológica, comentó Saúl Ortiz, coordinador de Servicios Sociales. “Por ahora sabemos que ocho familias han sido afectadas. Acudimos con personal de trabajo social y psicólogos”, aseveró.
Perder cultivos, estrés postraumático o el cansancio de enfrentarse a las llamas le puede pasar ‘factura’ a cualquiera.
LA TARDE QUE EL VALLE ARDIÓ
El cielo de Quito se tornó naranja. Una espesa cortina de humo ‘cobijó’ a Tababela, parte del valle de Tumbaco. Un fuerte olor a quemado se esparcía por el ambiente.
Era el mediodía del miércoles. Parecía un infierno. Tanto así que decenas de usuarios en redes sociales publicaron vídeos y fotografías de cómo las llamas alcanzaban los 15 metros de altura y querían ‘tragarse’ algunas viviendas que estaban cerca a las laderas.
Jazmín Arévalo vio cómo la nube de humo cubría el cielo desde su trabajo, en el norte. Percibió el olor a quemado y cuando vio en una publicación que el incendio era cerca de la casa donde vive su familia pidió permiso en su empresa y salió antes para ir a ayudar. “Cuando llegué, las llamas estaban devorando el bosque”.
Mientras tanto, el alcalde de la capital, dispuso que se desplieguen todos los recursos materiales y humanos del Cuerpo de Bomberos porque la prioridad es “salvaguardar vidas, viviendas e infraestructura clave de la zona”.
MANOS COLABORADORAS
Narcisa Lima cuida una propiedad con terreno en el barrio de Oyambarillo. Ella barría parte de la entrada y vio cómo una nube de humo subía desde la quebrada hasta la propiedad.
Buscó a los cuatro terneros que pastaban cerca de las laderas y los llevó a un lugar seguro. Luego llamó desesperada a sus familiares para que la ayudaran a sofocar en algo las llamas que avanzaban hasta la vivienda. “Se quemaron los árboles frutales. Tuve miedo. Es la primera vez que sucede esto en los 36 años que vivo aquí”.
Un contingente de los bomberos llegó a tiempo para que el fuego no alcanzara la casa. Eran las 16:00 y el capitán Hernán Moreno, jefe de la Unidad de Incendios Forestales, señalaba que hasta ese momento se desplegaron 90 uniformados y 20 vehículos contra incendios. “Hemos redistribuido el personal para controlar algunos flancos que se volvieron a prender”.
Lima, en agradecimiento al trabajo de los uniformados, arregló un espacio de la propiedad que horas más tarde sirvió como punto de control para que trabajara el Comité de Operaciones de Emergencia (COE).
Lenín Talagasí y Josué Basantes son dos ‘panas’ que viven cerca de las laderas de la quebrada y vieron desde sus terrazas cómo el fuego avanzaba rápidamente y lo consumía todo. Los bajaron con un tanque para llenarlo de agua y, entre ambos, tratar de sofocar los puntos calientes.
Se mojaban sus prendas para evitar ser alcanzados por las llamas. “No podíamos dejar de colaborar en esta desgracia”, aseguró Talagasí.
El sol se ocultaba entre una nube espesa de humo negro. Se lo veía rojo por la intensidad de las llamas. Desde Quito, usuarios de redes sociales reportaban la caída de ceniza en el parque La Carolina.
TODA LA NOCHE CON UN BALDE
Mientras los equipos de apoyo llegaban a la zona cero, por pedido del presidente Guillermo Lasso, para controlar el fuego en algunos puntos, en otros se volvían a activar y los habitantes de la parroquia rural se apresuraban para apagarlo con ramas y baldes de agua.
En unas plantaciones por donde no podían ingresar los vehículos contra incendios, los ‘vecis’ se pusieron creativos para tratar de impedir que las llamas abrasadoras avancen.
Estefanía Vallejo contó que encontraron una manguera de riego e hicieron una cadena humana para alcanzar el tubo a una zona donde el fuego quemaba los árboles. También pasaban los baldes para evitar que las zonas secas se prendieran.
Entre tanto, Juan, tras salir de clases, agarró un recipiente blanco y se puso manos a la obra. Durante toda la noche llevó más de 100 veces el balde y ayudó a una decena de personas a salir para que no se asfixiaran. “Esto nos enseña que se debe cuidar el medio ambiente y no tirar basura para evitar este tipo de desgracias”.
Todavía no se han contabilizado las hectáreas afectadas por el fuego, tampoco las pérdidas económicas. En el redondel de Tababela aún se mantiene el Centro de Mando desde donde se planifican las estrategias de los uniformados. Los vecinos siguen con miedo de que vuelva a pasar.
UN ÁRBOL TERMINÓ CHAMUSCADO
Mientras los bomberos evitaban que las laderas de la quebrada Guambi terminaran en cenizas, otros incendios se registraron en varios sectores de la capital. Uno de ellos se produjo en El Trébol, centro de la ciudad.
Un vehículo contra incendios y media docena de uniformados se movilizaron al sitio para evitar que las llamas avancen a las laderas. Al final un árbol terminó quemado y se generó congestión vehicular por más de dos horas.
La mañana del 7 de septiembre los bomberos también controlaron un incendio en El Tingo, al oriente de la capital. En este lugar habían quemado hierba seca y las llamas consumieron 200 metros de vegetación.
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