Exclusivo
Farándula
El Miss Silicona se tomó a la capital
El concurso fue en un night club. Las chicas dicen que la cirugía no solo les dio un par de tallas más en los senos, sino también una alta autoestima.
Diez chicas se pasean con los pechos semidesnudos. Los lucen voluptuosos, erguidos, pero no van al compás de la melodía que suena de fondo. Están inmóviles. Son senos de silicona, redondos, grandes.
Quienes los modelan van orgullosas. Se sienten unas divas, empoderadas, sobre todo ahora que se disputan la corona de Miss Silicona, en un night club del norte de Quito.
Cae la noche. En una pantalla se muestran los retratos de aquellas 10 trabajadoras sexuales que compiten. Unas chicas posan desinhibidas. Otras, no tanto. Pero lo que tienen en común es que en su busto hay entre 350 y 450 centímetros cúbicos de material sintético.
Alexandra, una de las concursantes, pasó de “limones a melones” hace seis meses con la ayuda de un cirujano porque se sentía insegura con lo “poco” que la naturaleza le dio. Su timidez era tal que pidió a su madre que le regalara las prótesis cuando tuviera 18 años. “No se pudo. Ahora, que cumpliré 26, mi sueño se hizo realidad”.
Hoy usa brasieres dos tallas más grandes. Pero no solo le crecieron las ‘chichis’, sino también la autoestima. “La tengo por el cielo”.
Se siente empoderada y hasta los clientes le ‘piropean’ el nuevo look. “Yo les digo desde el principio que no las aplasten. No porque se dañen, sino porque me duelen”.
La belleza cuesta
Cuando es su turno de salir a escena, Alexandra modela su 1,70 metros de altura hasta el final de la pasarela. La melena castaña le llega a los hombros y destellos color plata le cubren los pezones. Baila sin recelo, mientras los asistentes aplauden.
En la votación que se abrió en las plataformas digitales para elegir a la Señorita Silicona, ella es la favorita. “Pedí a mis clientes y a mis amigas que votaran por mí”.
Pero Norkys, otra de las participantes, está feliz de “dar batalla” por esa corona. Tiene el cabello negro, rizado y los rasgos delicados. Es su primera vez en un concurso de ese tipo, pero sabe que tendrá muchos votos a su favor.
Las prótesis de Norkys no son exageradas. Van en sintonía con su pequeña cintura y con las amplias caderas que esta venezolana cubre con una falda blanca. Ese diminuto vestido es parte de las demandas del concurso. Tomar clases de pasarela era otro requisito para la gala final.
Frente a unas 200 personas, la muchacha también estrena sus implantes. Son apenas seis meses desde que se hizo la cirugía estética. Siempre quiso subir la talla de sus copas y cuando juntó el dinero suficiente lo hizo.
“Muchas personas dicen que prefieren lo natural, pero yo, con la cirugía, me siento una diva. La confianza que tengo ahora en mí es increíble. Antes me cohibía”.
Hoy, las blusitas le quedan mucho mejor. Ya tiene con qué llenarlas, bromea. Y hasta en la cama, los clientes quedan más satisfechos. “Algunos me decían que no me operara, pero ahora comentan que se me ve muy bien. Lo hice por mí, no por alguien más, y eso es lo que importa”.
Aunque la recuperación sí que le dolió. Pasó más de un mes sin alzar los brazos. Poco a poco se ha acostumbrado al cambio, especialmente porque le cuesta un poco respirar. Las siliconas le presionan el pecho, pero todo sea por verse regia.
La corona es para...
Otro personaje que destaca en la pasarela es Isabella. Sus cabellos rojizos, a veces, le cubren los pechos. Ella los retira con prisa. No quiere que nada opaque esos senos que agrandó hace dos años. Le encanta la naturalidad que logró el cirujano, pero sobre todo, cómo se le ven los vestidos escotados con la nueva talla.
Desde que se puso los implantes, la seguridad en sí misma es otra. Nada le apena. Ni los movimientos sexis que afloran en el escenario cuando le toca bailar. Se ‘embala’.
Todas culminan con su presentación y, al final de la noche, Alexandra es la reina de las bubis de plástico. En el salón del cabaré, la coronan, pero la tiara no es su único premio: 700 dólares -con los que traerá a su madre de Venezuela- son también la recompensa.
Ganadora del segundo lugar
“Cada una es libre de hacer con su cuerpo y su dinero lo que quiera. Yo estoy segura de que si toda la gente tuviera plata se cambiaría alguna parte de su cuerpo que le genera inseguridad”.
En cuanto a Norkys, sus clientes más fieles y una que otra amiga la ayudaron a obtener la banda del segundo lugar. El premio: 500 dólares.
Las ganadoras sonríen, se pasean por la pasarela por última vez. Se sienten desinhibidas, seguras y ‘bichotas’. Son chicas a las que un implante de silicona las convirtió en ‘supermujeres’.
Ha pensado en sacarse un poco
En un traje negro con transparencias, Luisa Espinoza, exintegrante del grupo Alta Tensión, subió a la tarima y presentó a las candidatas a Miss Silicona. “Todas estaban bellísimas. Tenía una favorita, pero no ganó”.
A ella, el ‘tuneo’ en las chichis no le disgusta, aunque confiesa que no tiene prótesis en sus pechos. “Muchos piensan que sí, pero en mi canal de YouTube ya les probé que no”.
Lo hizo siguiendo el tutorial de otras famosas. Apagó todas las luces y tomó una linterna bastante potente. Luego la pasó sobre sus senos. “Como no tengo silicona, lo único que se iluminó fueron las venitas”.
Es tan voluptuosa que hasta ha considerado sobre reducirse la ‘pechonalidad’. Sin embargo, el médico le pidió que esperara unos años para tomar esa decisión. “Lo malo es que me crecen constantemente”.
En otra ocasión, Espinoza también pasó por el quirófano. Se hizo la lipo. “Creo que nadie puede opinar en el cuerpo ajeno. Si una se siente bien y tiene los recursos, puede hacer lo que quiera”.