Alejandro quiso ahorrar en el cambio de los focos de su carro antes de un viaje a la sierra. En lugar de comprar focos de calidad, que costaban 8 dólares por unidad, optó por un juego de focos económicos a 80 centavos cada uno.

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Durante el viaje, la neblina apareció y los problemas comenzaron: los focos baratos no le permitían ver más allá de unos pocos metros, y tuvo que estacionarse y esperar a que la vía se despejara para continuar.

Al llegar a su destino, lo primero que hizo fue buscar una tienda automotriz y comprar las luces de calidad que siempre había utilizado. “Aquí cabe el dicho de que lo barato sale caro; tardé casi dos horas más en llegar porque no podía ver nada con esas luces”, reflexionó.

Charles Morán, mecánico del tecnicentro Karros, ubicado en las avenidas Quito y Luis Urdaneta, explicó que los focos adecuados para la ciudad deben generar al menos 1.500 lúmenes, que es la unidad de medida que indica la intensidad del brillo de una luz.

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Morán detalló que existen tres tipos de focos: halógenos, HID (descarga de alta intensidad) y LED, cada uno con características específicas.

“Los halógenos son los más económicos y suelen venir de fábrica en los vehículos de gama baja y antiguos. Los HID generan más potencia y son un sistema más caro, pero están en desuso porque los LED son más económicos, generan más brillo y producen menos calor”, dijo.

Sin embargo, advirtió que no todos los faros soportan las tecnologías de focos. Algunos utilizan reflectores para iluminar y otros usan lupas para proyectar la luz (ver el gráfico). “Si, por ejemplo, se usan focos HID en faros con reflectores, se pone en peligro a los conductores que vienen en sentido contrario, porque la luz es tan intensa que puede cegarlos por completo y causar un accidente”, explicó.

Además, indicó que cada seis meses se debe reajustar el patrón del haz de luz, ya que las vibraciones, los baches y la manipulación de los faros al cambiar los focos pueden descalibrar el sistema, reduciendo el campo de iluminación.

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