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La dramática historia de una menor abusada por un adulto mayor; ella ahora tiene un bebé
El delito sucedió en Manabí. Su madre ni sospechaba que estaba embarazada. Se mudaron a Guayaquil, pero habitan en precarias condiciones
Una familia manabita carga con el inmenso peso de múltiples desgracias: desempleo, necesidades económicas y abuso sexual. Como consecuencia de este último, deben criar a un bebé de 5 meses que requiere una leche especial, cuyo costo es de 28 dólares, pero ellos, muchas veces, no tienen ni para eso.
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La víctima tiene apenas 11 años. Hace poco más de un año, un hombre de 70 años habría aprovechado que la menor de edad se quedó sola en casa, en la provincia de Manabí, ya que su madre, Mónica, acompañó a su esposo al hospital por una intervención quirúrgica, para cometer el delito.
La niña no le reveló a su madre sobre el ataque que sufrió. Y la señora tampoco notó siquiera algún cambio en el comportamiento de su hija, sino hasta aproximadamente cinco meses después.
“Yo ya había venido a vivir a Guayaquil porque una hermana está aquí. Ella me dijo que mejor me venga porque mi esposo trabaja en una camaronera y no está todo el tiempo”, explica Mónica.
Al ya haberse establecido en el Puerto Principal se percató de que su hija llevaba algunos meses sin menstruar. Le comentó a su hermana lo sucedido y le dijo que la llevara al médico para prevenir algún padecimiento grave.
Pensaron que podía ser algún quiste o tumor, pero el diagnóstico fue un embarazo.
“Supimos que era (una violación) porque la niña tuvo que asistir a terapia y la psicóloga que la atendió poco a poco le sacó la información. Cuando tuvo su relato, me llamó y me dijo que yo había sido la culpable por haberla dejado sola, pero no fue porque quise, sino que se presentó la emergencia”, menciona la señora.
Pero el drama de esta familia no termina allí. Ellos residen en condiciones precarias en un terreno prestado por su hermana. La vivienda está compuesta por apenas dos paredes de tablas que crean un solo ambiente en el que ubican dos camas y un corral para Mónica, sus tres hijos y su nieto. Y todo esto lo asientan sobre el piso de tierra.
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“No tenemos agua ni luz. En la noche, nos llevan en peso los mosquitos y, a veces, tampoco hay para comer. El bebé toma una leche especial que cuesta (el envase pequeño) 28 dólares y a eso hay que sumarle los insumos para el bebé (pañales, pañitos húmedos, entre otras cosas) y con lo poco que gana mi esposo no nos alcanza”.
Conocidos ya han extendido su ayuda
Pese a las necesidades, Mónica afirma que su nieto ha sido un niño bendecido, pues, a través de una vecina, ha logrado recibir ayuda de particulares.
Su vecina, Dayanna Alvarado, que afirma que tampoco tiene riquezas, se contactó con su cuñada que labora en el peaje Chongón y ella, junto con sus compañeros, ayuda a Mónica y su familia. “Desde que nació hemos visto que Dios nos bendice. Los primeros días tenía que darle leche en polvo disuelta porque no había para más”.
El amor es lo que menos falta en la familia de Mónica, pues dice que está dispuesta a apoyar a su hija y su nieto en todo momento. Se abrazan, se quieren, pero aún queda el temor y las necesidades.
Ella mantiene la esperanza de que quienes sepan de su caso puedan ayudar en lo que puedan. “Lo que más quisiera es tener un lugar seguro para estar con mis niños, porque ni siquiera tenemos un baño”.
*Se ha utilizado un nombre ficticio para proteger la identidad de la madre de la menor de edad.
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