Agobiados por la crisis económica y los apagones que no les permiten recuperar su esplendor pasado, pero a la vez determinados a no claudicar en su objetivo de seguir promoviendo la cultura, pasan los días los artistas del café galería Barricaña, uno de los pocos bastiones de la difusión cultural que sobreviven en Guayaquil.

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Este centro cultural, ubicado en Víctor Manuel Rendón y 6 de Marzo, frente al parque Centenario, en el corazón de la ciudad, abrió sus puertas hace 33 años con el nombre de teatro Chaplin y llegó a brillar por la calidad de sus eventos artísticos; actualmente, sin embargo, luce apagado, alicaído, al borde del nocáut.

El inmueble exhibe en cada rincón expresiones culturales de las diferentes nacionalidades, culturas y etnias del país. Cuadros, esculturas y libros, acompañados de música tradicional y presentaciones teatrales, eran el ‘piquete’ para volver fiel cliente a quien visitaba el café; ahora, por los apagones, sus exhibidores están en tinieblas y las presentaciones están suspendidas.

“No ha sido una, sino tres ‘pandemias’ las que hemos tenido que sobrellevar: primero fue el Covid-19: no se podía salir, ni se podían organizar eventos masivos; luego vino la ola de violencia, en la que no solo nos obligaron a encerrarnos (por el toque de queda), sino que nosotros mismos (los ciudadanos) nos escondimos para no ser víctimas; ahora la tercera ‘pandemia’ es la de la energía. No hay negocio o actividad que aguante tanto”, expresó ‘Milton ArteyCultura’ (nombre artístico), gestor cultural del café galería.

"Somos un sector olvidado"

Aseguró que son el sector más olvidado por las autoridades de todos los niveles de Gobierno (local, provincial y nacional), y eso se ve demostrado en la falta de planes de contingencia para salvaguardar su bienestar en los casos de las crisis antes mencionadas.

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“No hay una subvención, algún tipo de ayuda, qué sé yo, que nos den una ayuda económica y que la paguemos con shows artísticos en los eventos municipales, en las escuelas, por citar un ejemplo; se lo ha planteado a las autoridades, pero ellos no tienen interés en nosotros”, agregó el artista escénico.

Para poder sobrevivir a la ya larguísima mala temporada, el espacio ha tenido que adaptarse: los pocos eventos que logran organizarse se realizan en la tarde, horas de escasa asistencia por las actividades cotidianas de los ciudadanos; por eso, la atención se ha centrado en la música y la comida.

Sicivel Villafuerte, viuda de Enrique Ponce Morán, quien fue actor del desaparecido grupo teatral El Juglar y también fundador de esta ‘barricada’ cultural, heredó el lugar luego de su fallecimiento en 2009, y pese a todas las adversidades no ha pensado en cerrar sus puertas.

Así, con la linterna del celular en una mano y platos, vasos y jarros en la otra, se pasea por los fúnebres pasillos del bar, entregando los piqueos y bebidas a los pocos clientes, todos habituales, que de cuando en cuando incluso logran llenar la galería. “Ya vendrán días mejores para la galería y para el arte y la cultura”, auguró.

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