Los feligreses han dejado de santiguarse antes de ingresar a la iglesia de San Blas, en el Centro Histórico de Quito. Ahora, en su lugar, se cubren la nariz y la boca para evitar vomitar.

Ingresan apurados al templo para no ‘ahogarse’ con el fétido olor de la basura y del excrementos que hay en la entrada y los alrededores. Algunos creyentes han dejado de asistir a la misa por este problema de insalubridad.

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Eduardo Guerrero camina junto a su esposa ‘de lejitos’ para no percibir el hedor. Afirma que por las noches, personas en situación de calle, suelen utilizar la plaza en la que se encuentra la iglesia como su hogar. Y las paredes del templo como baño público.

“Por la suciedad, los roedores han hecho madrigueras. La situación es insoportable”.

¿Qué encontró EXTRA durante un recorrido?

EXTRA recorrió el lugar y evidenció esta situación. Incluso, una persona en situación de calle dormía plácidamente en un espacio del jardín de la plaza San Blas. Cerca de este había un tumulto de basura en la que estaban regados pertenencias de personas que habrían sido robadas.

El panorama es desalentador. Juan Carlos Rojas, presidente del barrio, comenta que han tenido acercamientos con los responsable del templo para que tomen acciones al respecto, pero ‘no les paran bola’. “Esta iglesia es patrimonio del siglo XVII. Fue el primer templo mestizo en Quito”.

Rojas añade que algunas moradoras que son fieles a la religión católica dejaron de ir a la misa porque se arrodillaban para persignarse antes de entrar y terminaban embarradas con las porquerías.

El dirigente enfatiza que si no obtienen respuesta de los encargados, tomarán acciones para que los cambien por otras personas que se hagan cargo del problema que aqueja a toda la vecindad.

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¿Qué otros actos de vandalismo suceden en San Blas?

Las estatuas de bronce y algunas estructuras de la plaza han sido vandalizados. Hace dos semanas desapareció la mano del monumento de una niña que forma parte de la escena histórica en la que se representa al Hermano Miguel enseñando a varios infantes.

Estas piezas, que son emblemáticas, tienen alrededor de 80 años de antigüedad, según el testimonio de Rojas. Lo que le sorprende es cómo logran sustraerlas, considerando que el material del que están hechas es muy duro. “Quizás utilizan una moladora”, especula.

Hace dos meses también desaparecieron unas estructuras de bronce que estaban frente a esta plaza.

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