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El inusual aumento de casos de VIH que tiene en alerta a Atacames

Debido al aumento de caso, hasta la afluencia a night clubs ha disminuido. Se promueven campañas de concientización junto con la ampliación del acceso a pruebas

Hay preocupación en la población por el aumento de casos.
Hay preocupación en la población por el aumento de casos.Cortesía

¡Alerta! Atacames, la pintoresca playa esmeraldeña registra un preocupante incremento del 21% de casos de portadores del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Existe intranquilidad en la población.

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El Distrito de Salud Muisne- Atacames registra actualmente 235 casos de VIH positivo, el doble que el año pasado, cifra que lo convierte en el cantón con mayor número de infecciones en la provincia de Esmeraldas. La cabecera cantonal de Atacames es donde se reporta el mayor número de casos.

“Todos conocemos a alguien que ha sido tocado por esta enfermedad. Es una sombra que nos persigue”, refiere Luis Guerrero, pescador.

La falta de educación y concientización sobre la prevención del VIH es palpable. “La información es nuestra mayor arma. Sin ella, estamos luchando a ciegas”, afirma Carlos Arboleda, líder de una fundación local.

Autoridades sanitarias y organizaciones comunitarias están redoblando esfuerzos. Campañas de concientización y la ampliación del acceso a pruebas y tratamientos son pasos adelante en esta batalla. “Cada prueba realizada, cada persona informada, es una victoria contra el virus”, dice una enfermera del centro de salud local.

En Atacames, la lucha es también por la aceptación. Eventos comunitarios y talleres buscan derribar los estigmas y ofrecer un refugio para aquellos que viven con el VIH. “Queremos que sepan que no están solos”, dice José, voluntario de una campaña de sensibilización.

Atacames, playa de Esmeraldas.
Atacames, playa de Esmeraldas.CORTESÍA

Y entre los diagnosticados, la angustia se mezcla con la valentía. “No podemos rendirnos”, afirma ‘Elena’ (nombre protegido), una joven que vive con VIH.

‘CUERPEO’ VARADO

En los centros de tolerancia, antes muy concurridos por clientes, ahora predomina un silencio inquietante. María Gómez, dueña del chongo ‘El Paraíso’, comparte su preocupación: “Antes, este lugar estaba lleno. Ahora, las chicas pasan horas esperando. Los clientes tienen miedo y nuestro negocio está sufriendo”, asegura.

Las trabajadoras sexuales, como Luisa Fernández, se sienten estigmatizadas: “Nosotras nos cuidamos, nos exigen controles para poder trabajar”, explica esta manabita de 28 años.

Los administradores, por su parte, aseguran cumplir protocolos estrictos. Javier Rosero, gerente de ‘La Noche’, afirma que “realizamos pruebas regulares. Nuestro establecimiento es seguro”.

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