Anthony Josué habría desafiado a sus enemigos y a la muerte. En una fotografía subida en Facebook lanzó frases en la que aseguraba que ‘estaba tieso’ y señalaba a ciertos ‘sapos’ que no podían con él. Aparecía sonriente, portando un fusil, además de la figura de una calavera.

El adolescente de 16 años fue asesinado con al menos 10 tiros la noche del miércoles 1 de noviembre, cuando caminaba por la esquina de la calles Espejo y 17 de Diciembre de la parroquia San Pablo, Portoviejo, provincia de Manabí.

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Según los datos policiales, sus verdugos se movilizaban en una camioneta color negro y descendieron para interceptarlo y acabar con su vida. Una vez que lo vieron, le descargaron una ráfaga de tiros. El menor de edad quedó boca abajo sobre la vereda, ante el grito estremecedor de transeúntes y allegados.

Los pistoleros se dieron tiempo hasta de dejar sobre el cadáver un panfleto. En este lo tildaban de ‘sapo’ y de colaborar con la organización delictiva Los Choneros. Este indicio fue recopilado por la Policía Nacional para las investigaciones.

La labor de los agentes tuvo algunos obstáculos, debido a la presencia de familiares en la escena del crimen lamentando el hecho. Uno de ellos, incapaz de aceptar lo sucedido, se abalanzó sobre el cadáver. El llanto era desgarrador y dramático.

La barriada murmuraba que el adolescente andaba en malos pasos e incluso que había sido detenido en varias ocasiones. Sin embargo, por no ser mayor de edad, normalmente salía rápido. “Le conocíamos aquí como el Mono, era buen dato el ‘pelado’. Desconocemos qué motivó su muerte”, dijo un vecino que prefirió el anonimato.

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