Cero, Cero 1, Cero 2, Cero 3, Cero 4, Cero 5. No es la numeración rítmica para una jornada de entrenamiento o algo parecido. Son los singulares nombres como llaman a seis cachorros peludos para alimentarlos.

Ver estos animalitos correr por el patio es el resultado un acto de compasión de una patrulla militar que los encontró abandonados junto a su madre y otra perra en una finca. Ahora los uniformados les brindan atención veterinaria, alimento y cariño. Los peludos se han convertido en sus compañeros de operaciones.

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Esta historia comenzó hace unos días, cuando miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Esmeraldas patrullaban en el sector de la vía E15 entre la ciudad de Esmeraldas y Rioverde, como parte de las acciones por el decreto de estado de excepción y reconocimiento de existencia de un conflicto armado interno.

Cuando pasaron por una finca abandonada, los uniformados se percataron de unos ladridos débiles que provenían del interior. Los agentes vieron a los animales que estaban en condiciones deplorables.

Al ingresar a la propiedad notaron una escena desgarradora: una perra madre con sus cachorros, estaban encerrados en una habitación. Habría parido en cautiverio. Otra peluda estaba también atada con cadenas oxidadas, sin agua ni comida. Los canes presentaban signos de deshidratación, desnutrición, infecciones y heridas. Algunos apenas podían moverse o levantar la cabeza.

Los militares supieron, por los vecinos, que los dueños de la finca habían huido del lugar por amenazas de extorsión y que habían dejado los perros a cargo un cuidador que al principio los visitaba dos veces a la semana y les daba frutas como alimento, pero después dejó de ir.

Los uniformados no pudieron contener su indignación y tristeza al ver el sufrimiento de los animales, y se los llevaron con ellos.

Los agentes informaron a las autoridades sobre el caso, pero no encontraron ningún albergue para los perros, debido a su estado crítico y falta de recursos.

Ante esa situación, los miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Esmeraldas decidieron llevarlos a las instalaciones, donde les brindaron los primeros auxilios, los desparasitaron, los vacunaron y les dieron comida balanceada y agua fresca.

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Pero, lo más importante, les dieron amor y atención. Los bañaron, los cepillaron y les pusieron nombres. Por sus colores, una es Blanca y la mamá de los cachorros, Manchas y a los hijos los enumeraron.

Las perras que al principio estaban asustadas y desconfiadas, poco a poco fueron recuperando la alegría. Ellas dan muestras de agradecimiento y cariño a sus rescatistas. Ahora, son parte del grupo. 

También reciben entrenamiento para participar en búsqueda y rescate, detección de explosivos y narcóticos, y apoyo psicológico. Acompañan a los uniformados en sus operaciones de control y seguridad en la provincia.

Los militares aseguran que los perros les han dado una nueva motivación y un sentido de responsabilidad, y que los consideran sus héroes de cuatro patas. “Actualmente gozan de buena salud, fueron atendidos por veterinarios y ahora son nuestras compañía”, aseguró uno de los uniformado que encontró a los perros en cautiverio.

Además de pedir a la sociedad que proteja y respete a los animales, los uniformados también agradecen el apoyo de las personas y organizaciones que les han donado alimento, medicinas y accesorios para los perros.

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