Desde el nacimiento de su hija, Gioconda la encomendó a la Virgen del Carmen. La niña llegó al mundo el 15 de julio, un día antes de los festejos en honor a la patrona del pueblo, con dos dientes, ojos que miraban hacia arriba y solo podía estar boca abajo. “Me asusté mucho porque no era una niña normal, comencé a llorar”, recuerda Gioconda.

Además, la bebé tenía una mancha blanca en la frente con una cruz roja sobre ella, y otra en el paladar. Ni los médicos ni nadie podía explicar este fenómeno. ¡Un hecho rarísimo!

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Por eso, al día siguiente, los padres encomendaron a la niña a la Virgen del Carmen durante las festividades en su honor. Al día siguiente, las manchas en el cuerpo de la bebé habían desaparecido y su mirada ya no estaba torcida. ¡Un milagro!

Actualmente ella tiene 15 años, goza de buena salud y participa cada año en la celebración a la Virgen del Carmen en la parroquia Galera, del cantón Muisne, provincia de Esmeraldas.

Durante estas celebraciones, los devotos recuerdan milagros y actos de fe, como el de Nelson Mera, un pescador que recuperó su lancha a la deriva en alta mar tras encomendarse a la Virgen. En agradecimiento, donó una imagen de esta advocación y prometió celebrar su festividad cada año, una promesa que cumple fielmente.

Rosario Quintero, residente de Galera por muchos años, asegura que es gracias a la protección de la Virgen que el pueblo vive en paz. “En otros lugares hay violencia y tragedias, pero aquí se vive tranquilo”, afirma Inés convencida de sus palabras.

La devoción a la Virgen del Carmen es palpable en toda la comunidad de Galera. La fe se refleja en los altares de las casas, adornados con estatuas y cuadros de la Virgen rodeados de velas y flores frescas.

Carlos Mejía, un pescador de 45 años, comparte su experiencia con gratitud en los ojos. “Hace años, mi bote quedó atrapado en una tormenta feroz. Recé a la Virgen del Carmen con todo mi corazón y el mar se calmó repentinamente. Desde entonces, todos los días le agradezco por su protección”, relata emocionado.

Mónica Luna cuenta sonriente y con serenidad que su nieto nació prematuro y los médicos no le daban esperanzas.

“Toda la familia rezó a la Virgen del Carmen y prometimos participar en la procesión cada año si el niño sobrevivía. Hoy, él es un joven saludable de 25 años y un profesional exitoso. Desde entonces, no hemos faltado a ninguna procesión”, comparte Mónica con alegría.

Este fervor se manifiesta especialmente cada 16 de julio en las calles de Galera, adornadas con listones de colores, testigos del profundo vínculo de la comunidad con la Virgen del Carmen, conocida también como la Virgen del Mar por los pescadores.

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