Una lucha contra el tiempo y la naturaleza se libra en las vías Pallatanga-Cumandá y Pallatanga-Bucay, ambas afectadas por los deslizamientos de tierra en la parroquia Multitud del cantón Alausí, Chimborazo. Los bomberos de Milagro, Bucay y Cumandá, con cables, sogas y su heroísmo, trabajan para rescatar a las personas atrapadas.

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La carretera presenta un panorama desolador: completamente destruida en al menos cuatro secciones. El resto está plagado de lodo, piedras, postes caídos y derrumbes más pequeños. Poco a poco los bomberos avanzan, guiados por la esperanza de encontrar a los afectados sanos y salvos.

La noche del lunes, tras tres días de angustia y alimentación precaria, el alivio llegó. Alfredo Vilema, su madre y su esposa Elvia Satán fueron rescatados del puente de San Pablo. “Nos llevaron por la quebrada, de la mano, guiándonos por un camino difícil. Nos aferramos a las cuerdas mientras uno de ellos iba adelante, verificando que el suelo fuera seguro debido al lodo y las piedras. Son verdaderos héroes”, exclamó Alfredo, visiblemente emocionado.

El rescate de Elvia, con una fractura en el tobillo, fue aún más dramático. Cuatro bomberos la transportaron en camilla hasta una camioneta, mientras que otro bombero de Milagro cargó a la madre de Alfredo en su espalda a través del lodo.

Una vez en Cumandá, los rescatados fueron llevados a Guayaquil, donde pudieron descansar antes de continuar su viaje a Riobamba por una ruta alterna.

Para los habitantes de los recintos asentados a lo largo de la vía, la situación es aún más dramática. Enrique Borja, oriundo del recinto Surupata (también en Alausí), relató con angustia la incomunicación que sufren debido al desbordamiento del río que destruyó la carretera que conecta las comunidades Surupata, Copalillo, Piñanpungo, Guagal y Sacramento. “No podemos sacar nuestros productos ni abastecernos. No hay caminos, y encima nos multarán por no votar”, lamentó.

La pérdida de cultivos a causa del desbordamiento del río Chimbo también golpea duramente a los pobladores. Edison Arrieta, otro afectado, estima haber perdido al menos una hectárea de terreno y cultivos. “Se fue todo. El agua bajó, pero los sedimentos son imposibles de evacuar”, dijo con resignación.

El alcalde de Cumandá, Oswaldo Bonifaz, pidió calma a la población y destacó la importancia de evitar riesgos innecesarios en los caminos afectados. “Estamos trabajando para recopilar información y satisfacer las necesidades básicas”, aseguró.

Hermel Tayupanta, prefecto de Chimborazo, reconoció la magnitud del evento y la necesidad de una respuesta integral. “Estamos hablando con privados para colaborar con nuestra gente. Según el último estudio, se necesitaban 11 millones, pero ahora esa cifra ha aumentado debido a la necesidad de construir más puentes”, advirtió.

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