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Agricultores temen perder su producción por la contaminación debido al derrame del petróleo.Luis Cheme

Desastre ambiental y social en Río Caple: Familias enfrentan incertidumbre

A ocho días del derrame de petróleo, los daños se multiplican

A cinco kilómetros de la zona cero del desastre ambiental que desde el 13 de marzo afecta a sectores de Esmeraldas, en el recinto Río Caple, del cantón Quinindé, provincia de Esmeraldas, los moradores viven con incertidumbre.

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La ruptura de la tubería del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) ha puesto en jaque la vida de aproximadamente 50 familias que dependen de la agricultura para subsistir. En este rincón de la provincia el olor a hidrocarburo es un recordatorio constante de la tragedia.

Río Caple es un recinto donde el cacao, el maíz y el plátano verde florecen en las fincas, pero la reciente crisis ha transformado este paisaje agrícola en un escenario de desolación.

Los agricultores de la zona se enfrentan a una realidad devastadora. Mariano Viteri es uno de los muchos afectados. Tiene ocho hectáreas de cacao y desde el día del derrame dejó de cosechar. “Tratamos de salvar algo de producción, pero no pudimos permanecer mucho tiempo en el sitio porque nos dio mareo. Un trabajador empezó a vomitar y a sentir picazón en los ojos”, relata.

Con más de 5.000 plantas de cacao en plena producción, Mariano teme por las pérdidas inmediatas y por el futuro de su tierra. “Después de esto, la tierra se muere, queda infértil”, lamenta el agricultor.

En una finca vecina de 24 hectáreas, el daño es aún más devastador. El dueño, quien prefiere permanecer en el anonimato, ha perdido 14.000 plantas de cacao.

El derrame de petróleo en sectores de Quinindé se inició el 13 de marzo.Luis Cheme

Se enfrentan a un futuro incierto

El futuro de Río Caple es incierto. Las familias que han vivido en la zona durante generaciones se enfrentan a la posibilidad de perder no solo sus tierras, sino también su forma de vida.

Petroecuador, empresa estatal responsable del oleoducto, ha activado un plan de contingencia, que incluye compensaciones e indemnizaciones. “Nos dicen que todo depende de un informe técnico, pero eso puede tardar mucho tiempo,” explica Luis Cacay, un miembro de la comunidad. La frustración crece, ya que los agricultores han visto cómo en el pasado la empresa no ha cumplido sus compromisos tras otros derrames.

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