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Esmeraldas: Diego, Erick y Jandri, el drama de tres hombres que llevan meses desaparecidos
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Teresa Ordóñez sueña todas las noches con su hijo Diego Alcívar, quien desapareció el 23 de abril de este año, mientras trabajaba en su taxi, en el cantón Quinindé, provincia de Esmeraldas.
En uno de esos sueños, ella lo ve llegar a casa. Luce flaco, demacrado, cansado y con una barba frondosa. Él le sonríe, ella lo abraza y luego le da de comer.
Aquellos sueños han alimentado las esperanzas de Teresa, de los hermanos de Diego, de la esposa e hija de 9 años, durante estas semanas de dolor y angustia por no saber de él.
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“Para mí esto es un suplicio, es como cargar una cruz sin un final”, dijo a EXTRA la afligida madre, quien asegura que no tienen ninguna pista de dónde podría estar su hijo de 30 años. Pareciera que se lo tragó la tierra.
Conserva un zapato deportivo del pie izquierdo de Diego, hallado en la orilla del río Esmeraldas, por las inmediaciones de la parroquia Chura (Quinindé). Diego lo habría perdido en el momento en que sus captores, al parecer, lo subieron a una canoa para cruzar el afluente al huir de la policía.
El vehículo que manejaba Diego fue encontrado en Chura, en medio de una plantación de palma africana.
Edrulfo Alcívar, padre del desaparecido, dice que desde que le arrancaron a su hijo de su lado, siente como una espada atravesada en su alma. “Nosotros seguimos confiando y esperando, Dios está abonando con amor esos corazones duros de quienes creemos tienen a Diego. Pido a quienes te llevaron mirar a sus madres y piensen que mi hijo tiene madre, familia y una niña de 9 añitos que necesita de su padre”, suplica.
- “INVESTIGACIONES LENTAS”
La familia se organizó para darle forma a afiches con la foto de Diego para pegarlos en distintos sectores de Quinindé y Esmeraldas. Con ellos solicitan información sobre él.
“Lo buscaremos porque parte de nuestras vidas se fue con él. No descansaremos hasta encontrarlo”, advierte Gina, hermana de Diego.
La familia ha contado con el apoyo y asistencia de Policía y Fiscalía, pero “las investigaciones son lentas, ellos no cuentan con el personal suficiente para tantos casos y eso debilita la investigación, no hay recursos; Esmeraldas no cuenta con implementos de búsqueda de alta tecnología”, reclama Gina.
- SIN PISTAS DE ÉRICK
Érick Quiñónez, de 31 años, lleva más de dos meses de desaparecido. La última vez que su familia supo de él fue la noche del martes 22 de agosto.
Al día siguiente, sus familiares notaron que él no había regresado a casa. “Cuando llegó mi mamá del trabajo, en la tarde nos dimos cuenta de que no estaba”, relata Christel Paulina.
Unas horas después de advertir su desaparición, el carro en el que andaba Érick Quiñónez fue hallado en la parroquia Vuelta Larga, lo cual aumentó la angustia en la familia.
Paulino Quiñónez, padre de Érick y exconcejal de Esmeraldas, siente lo mismo que la familia de Diego Alcívar, que la investigación no avanza como ellos esperan. “No se sabe nada, siguen indagando las últimas llamadas, pero todo se ha estancado”, asegura con desesperanza el padre.
- ANALIZAN RESTOS
El hallazgo de una fosa con cuerpos mutilados y osamentas en el sector El Coral, en el sur de Esmeraldas, el jueves 26 de octubre, encendió las alertas en las familias de desaparecidos, entre ellos la de Érick.
Su padre esperaba que al menos se les tome una muestra de ADN y cotejarla con los restos hallados en la fosa.
Aquel hallazgo le devolvió a Ana (nombre protegido) la esperanza de encontrar a su hijo Jandri Romario Mero Peralta, quien desapareció el pasado 24 de junio. “Quisiera saber si hay alguna prenda de vestir que me permita identificarlo”.
Jandri vivía en Muisne y viajaba a Esmeraldas, todos los viernes, para presentarse en un juzgado, debido a que había recibido medidas sustitutivas por un proceso legal que afrontaba.
“Un día después de presentarse (sábado), se vio con su novia en una cancha de La Tolita (sur de Esmeraldas), estuvieron conversando, después ella se fue en un taxi y él se quedó en el lugar. Eso fue lo último que se supo de él”, recuerda Ana.
Según el coronel Edwin Campoverde, comandante de la Subzona Esmeraldas, la identificación de los restos mutilados y las osamentas encontradas en la fosa común tomará su tiempo por el avanzado estado de descomposición.
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