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Opinión
Editorial: Volver a la dura realidad
Por eso es importante que las nuevas autoridades comprendan que su deber no es solo prometer
Luego de días marcados por debates, reflexión y tensión por la campaña y la segunda vuelta electoral en nuestro país, los ecuatorianos regresan a su cotidianidad: una realidad de claroscuros, en la que las carencias conviven con los anhelos de un futuro mejor, más allá de quién haya sido el ganador.
“Igual mañana hay que trabajar” es la frase que, aunque parezca trillada, resume el sentir de un pueblo que acudió con entusiasmo este domingo 13 de abril a las urnas, pensando en días más prósperos para sus familias. Sin embargo, al meterse las manos a los bolsillos y contar las monedas, muchos se enfrentan con la dura verdad: no alcanza para cubrir las necesidades básicas del hogar. Y en el caso de otros, ni siquiera eso, porque forman parte de la población desempleada, cuya tasa hasta febrero pasado fue del 3,5 %, según el INEC.
Si bien es cierto que el ecuatoriano no espera que lo salven, sino que se sacude y ‘se la rebusca’ para sobrevivir (porque entiende que está en sus manos la responsabilidad de sostener a su familia, sea desde la formalidad o la informalidad), también es verdad que los gobiernos de turno han defraudado a muchos al no cumplir con sus expectativas. Por eso es importante que las nuevas autoridades comprendan que su deber no es solo prometer, sino generar las condiciones necesarias para que los ciudadanos puedan dejar de sobrevivir y empiecen, por fin, a vivir con dignidad.