Nada ha cambiado, o muy poco, y la preocupación de los afiliados por los problemas que aquejan al Seguro Social continúa. La campaña electoral ha comenzado y, entre las propuestas de los 16 candidatos para liderar el país, más allá de los repetidos y vacíos “vamos a cambiar”, “vamos a sanear”, “vamos a recuperar” al IESS, no hay ninguna que, más allá de los tecnicismos que algunos manejan, sea clara y convincente.

Todos los males del IESS, producto de la red de corrupción que sigue enquistada, son más que conocidos, pero la tan ansiada ‘limpieza’ de la institución no se nota. Tampoco existe ninguna garantía de haber terminado con las mafias que, por años, han venido haciendo negocios con la seguridad social, sacando provecho con contratos amañados y sobreprecios que no hacen otra cosa que alejar al afiliado de ejercer su derecho a la salud.

Los candidatos a la Presidencia deben reconocer el descontento generalizado por la deficiente atención y la falta de soluciones reales. Es inconcebible que el sistema siga asumiendo costos carísimos en medicamentos, mientras en otros países estos se ofrecen a precios más bajos. Ignorar esta problemática solo profundiza la crisis de una institución cada vez más debilitada y con menos contribuyentes dispuestos a confiar en su funcionamiento.