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Opinión

Editorial: ¿Y la luz al final del túnel?

La aguda crisis energética que vivimos no es un problemita; afecta la vida cotidiana de millones de ecuatorianos

El presidente de la República no deja de sorprender, para mal, a los ecuatorianos. Nuevamente, cuando el pueblo esperaba un pronunciamiento sobre la crisis energética que, para colmo de males, nos hará pasar una Navidad en tinieblas, el primer mandatario apareció para hablar sobre los golpes al narcotráfico y a su economía, controlada por las organizaciones criminales.

Esta desconexión entre el Gobierno y las preocupaciones diarias de los ciudadanos es alarmante y revela una falta de empatía que no solo desilusiona, sino que también agrava la crisis que enfrenta el país.

La aguda crisis energética que vivimos no es un problemita; afecta la vida cotidiana de millones de ecuatorianos. Familias que luchan por mantener un hogar se ven obligadas a lidiar con cortes de energía y un aumento en el costo de vida. Sin embargo, en lugar de ofrecer soluciones concretas y una visión clara para enfrentar esta problemática, el Gobierno opta por centrarse en discursos que parecen alejados de la realidad que viven sus ciudadanos.

Al pueblo no solo hay que pedirle más sacrificios de los que ya ha hecho. Después de todos los ‘palazos’ recibidos, la gente espera soluciones inmediatas y a largo plazo que no generen más pérdidas, y que les permitan mantener el optimismo. Quieren ver una luz al final del túnel.