Ecuador está en recesión, lo que significa que atraviesa una caída en la actividad económica, según ha informado recientemente el Banco Central. Detrás de estos términos técnicos y complicados, se esconde una realidad palpable para el pueblo: las ventas están cayendo, el dinero no alcanza y las ollas en los hogares están cada vez más vacías. Los ecuatorianos saben que tendrán algo que comer hoy, pero dudan de tener el billete para la ‘jama’ de mañana.

¿La solución? Depende en gran medida de las medidas que la ciudadanía aún espera que tome el Gobierno. Sin embargo, hay otro factor crítico que no se puede ignorar: la inseguridad. Esta representa una barrera para la reactivación económica. Sin garantías para el desarrollo de las actividades comerciales, es difícil imaginar cómo estas podrán mantenerse abiertas y operativas.

Para superar esta crisis y restaurar la confianza en la economía, se requiere un enfoque integral y urgente. Menos labia y más acción. Ir de una ‘a la vena’ e inyectar las políticas necesarias que dinamicen la economía, que frenen la caída del gasto en los hogares, que despierte el mercado laboral. Asimismo, el Gobierno también debe aflojar billete en obras públicas y cumplir con los pagos a los proveedores. En resumen, que deje de ser tacaño y ayude a parar la olla.

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