Margarita Andrade vio a una mujer vendiendo cuchillos a escasos metros del umbral de su local, ubicado en La Marín, centro de Quito. Los ofrecía en la calle, como quien comercia dulces.

Quedó sorprendida. La ‘ola’ de inseguridad que azota a ese sector de la ciudad - en el que según la Policía se han registrado 8 muertes violentas en lo que va del año- le hizo cuestionarse el fin que tendrían esos ‘chuzos’ si caen en las manos equivocadas. “Imagínese si quienes los compran son ladrones”, manifiesta.

Esa zona, perteneciente al Distrito Manuela Sáenz, es una de las cuatro (junto a Quitumbe, La Delicia y San Roque) más propensas a la tenencia y comercio de armas blancas, según Ramiro Aldás, director del Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano.

Allí se realizan operativos permanentes para identificar a quienes portan desde una hoja de afeitar hasta un ‘matachanchos’, explica.

En solo dos meses en la capital, los agentes de control han retenido 68 puñales. Los infractores fueron sancionados por la Agencia Metropolitana de Control (AMC) con base en la ordenanza 035, aprobada el pasado 3 de junio.

“Deben pagar una multa de un salario básico (425 dólares) si fueron encontrados en el transporte público o en lugares turísticos”, precisa.

Si la persona no tiene dinero deberá hacer trabajo comunitario hasta saldar la deuda. “Se le paga 10 dólares por día de trabajo social”, aclara.

Para justificar la tenencia de un cuchillo como herramienta de trabajo (agricultores, cocineros, artesanos) deberán presentar credenciales que certifiquen su oficio y quedarán exentos de la multa.

El miedo

En la calle Chile, los comerciantes prefieren no andar de ‘sapos’ por temor a represalias. “Hay un montón de gente armada. Y no son cuchillos normales de cocina. Estos los fabrican bajo pedido con filo en ambos lados y bien puntones. Son para matar”, narra Favio, quien prefiere dejar su apellido en reserva.

En lo que va del año en ese Distrito se han decomisado 3.233 armas blancas, según Deybis Silva, comandante de Policía. Y eso no es una novedad para Manuel Pachacama, un limpiabotas del lugar. Asegura que solo en esa cuadra se registran de 8 a 10 robos con puñal cada día.