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Judicial
Hombre estuvo a punto de morir durante el censo en Quito
Uno de los dos censistas embestidos por una camioneta cuenta lo sucedido. Tiene fracturado un hombro y ahora no puede desplazarse con facilidad. Piden que hallen al responsable.
Adrián Chaquinga no cree todavía que sigue vivo luego de ser embestido por una camioneta. “Me hizo volar, junto con mi compañera, poco más de dos metros”, calcula al lado de su padre Ramón, que no lo desampara.
Chaquinga, de 27 años, es uno de los dos censistas que fueron arrollados por aquel vehículo en el sur de Quito el pasado 3 de diciembre. Hoy se cumple el sexto día de la desgracia y este joven, que es padre de dos niños, sufre las consecuencias.
La víctima cuenta que se aventuró a laborar con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) porque se quedó sin trabajo como bodeguero en una librería. “Estuve dos meses sin empleo y me salió esto. Y justo la fecha del accidente iniciaba”, confiesa sosteniendo el cabestrillo negro que soporta su brazo derecho fracturado.
Aquel día, Chaquinga había llegado hasta un colegio de Guamaní para encontrarse con los demás censores. Le entregaron el equipo, le dieron una charla rápida de lo que debía hacer (ya que no hubo capacitación previa) y lo mandaron a censar.
“Con mi compañera habíamos censado unas tres casas por el sector de La Victoria. Era cerca del mediodía cuando ocurrió todo”, relata la víctima.
Afectado
Se fugó
Una cámara de la zona captó el instante. Las imágenes muestran a la camioneta que, aparentemente, pierde el control e impacta a los dos censistas.
Chaquinga dice que pese a la rapidez con la que todo ocurrió, atinó a pararse y lanzarse a la vereda para que el chofer no le pasara por encima con el carro. Su compañera, en cambio, quedó inconsciente. Al tiempo, el sujeto que conducía el automotor dio retro y huyó.
Cuando todo eso sucedía, su padre, Ramón, estaba colgando ropa en la terraza de su casa en Santa Rita, también en el sur de Quito. “Sonó el celular y era mi hijo pidiéndome que lo ayudara”, cuenta mientras su voz se quiebra.
El hombre le pidió a un hermano que lo llevara y llegaron antes que la ambulancia. Vio a su vástago tirado en el piso y ensangrentado. Lloró, pero lo protegió en aquel momento de indefensión.
Padre del censista herido
El seguro
Una ambulancia lo llevó a una casa de salud y le confirmaron que tenía el hombro fracturado, su frente abierta y hasta sus pulmones lesionados. “Me enteré de que mi compañera solo quedó con un chichón en la cabeza”, añade, dando gracias a Dios por ella.
Luego de casi una semana, padre e hijo se pusieron en contacto con un abogado del INEC, con quien fueron hasta la zona donde ocurrieron los hechos. Según Ramón, él les informó que la entidad activaría un seguro que cubre este tipo de casos y le devolverían hasta 300 dólares, siempre y cuando la víctima se haya hecho atender en una clínica.
EXTRA solicitó información al INEC sobre este tipo de situaciones y se detalló que esos datos son solicitados a técnicos. Para recibir las cifras, se pidió que este medio enviara un correo electrónico, pero hasta el cierre de esta edición la solicitud no fue contestada.
Ahora, lo único que piden ambos parientes es que se dé con el paradero del culpable, quien sería de Tungurahua. “Yo tengo dos hijos que mantener y así no puedo conseguir trabajo”, lamenta este censista lesionado.