“Hemos elevado oraciones para estos señores delincuentes, para que exista misericordia y se arrepientan, porque de lo contrario el juicio de Dios les va a caer el doble de fuerte de lo que han hecho”, sostuvo acongojado el pastor Luis Villa, líder del Centro Cristiano Filadelfia, del que Paul Roberto Carrillo Quishpi, a sus 33 años, era diácono.

El joven oriundo de la parroquia Punín, del cantón Riobamba (Chimborazo), también era comerciante y fue atacado por dos asaltantes a las 04:40 del jueves 4 de agosto de 2022, mientras esperaba a una empleada para ir al mercado de transferencia de víveres, de Montebello, en el noroeste de Guayaquil.

El plan de Carrillo era hacer compras al por mayor y luego dirigirse al sur de la urbe para entregar productos en las tiendas de sus familiares y en una de su pertenencia. Sin embargo, los criminales no se lo permitieron y acabaron con su vida.

Según relataron los testigos a la Policía, los pillos interceptaron el camión en el que se movilizaba el perjudicado y lo apuntaron con un arma de fuego, para que se detuviera y entregrara sus pertenencias, entre estas el dinero que portaba, cuya cantidad no fue precisada por los allegados.

No obstante, Paul Roberto habría intentado evitar la agresión y que le roben. Por eso, aceleró para escapar, pero uno de los delincuentes le disparó por al menos dos ocasiones y uno de los proyectiles impactó en su cráneo. En consecuencia, perdió el control de su vehículo, que había comprado hace apenas medio año, y chocó contra de una baranda, en la cooperativa Colinas de la Florida, a seis calles de su casa.

Después de pocos minutos, sus familiares llegaron a socorrerlo y en una ambulancia fue llevado de urgencia al hospital general del sector Monte Sinaí, donde falleció aproximadamente a las 06:00. El disparo que sufrió en la cabeza fue letal.

Entre sus planes aún no estaba ser pastor

Luis Villa explicó que para ser diácono Paul Carrillo habría demostrado ser una persona honesta, servicial y apegada a las cosas de Dios. “Era un ejemplo dentro de la iglesia (...), pero él aún no quería ser pastor, todavía no, aunque un hermano de él lo es”, mencionó.

La víctima llevaba dos años como diácono de la iglesia y, radicado en el Puerto Principal, desde que era menor de edad.

Su deceso causó consternación en su familia y en la comunidad del templo del que era diácono. Tanto así, que gran parte acudió a los exteriores del hospital: la mayoría trataba de consolar a los familiares, quienes lloraban indignados y clamaban por justicia.

“Nosotros no pedimos el mal para nadie, pero lo que deben saber (los criminales) es que la venganza es de Dios. Deben arrepentirse de lo que han hecho”, concluyó el pastor evangélico.