Nuestros caminos se cruzaron un 9 de febrero de 2005, María José Flores salía del Cementerio General de Guayaquil, tras realizar el reportaje por los 27 años de la muerte de Julio Jaramillo para el desaparecido programa de farándula ‘Vamos con Todo’, yo pasaba por ahí y contemplé a aquella flaca jovencita de 21 años, actualmente, a sus 39, convertida en la presentadora de deportes más popular del país.

Estuvo ocho meses en RTS, luego la llamaron a ‘Simplemente Mariela’, en TC. En 2010 dio su paso en deportes con el ‘Dr. Fútbol’ y con el Mundial de Sudáfrica 2010.

A Shakira, Juanes y de ahí me tocó hacer notas deportivas porque Diego (Arcos) me dice: ‘Majo, no tenemos reportero que vaya a la cobertura de Uruguay, ¿te sientes preparada?’. Dije que sí porque a mí siempre me ha gustado el fútbol. Soy barcelonista, mi papá era jefe de una barra de Barcelona en los 90, que ya no existe, se ubicaba detrás de la banca de suplentes, entonces yo sé lo que es el fútbol. Regresé del Mundial y el canal me dijo que sería la imagen femenina de deportes y sigo en la rama deportiva. Fue la mejor elección. Me gusta la farándula, de hecho me pones a hablar de farándula y lo puedo hacer.

No tanto, la (farándula) nacional siempre me gustó y nunca fui polémica. Me di cuenta de que tengo de las dos. En la farándula me gustaba siempre tener exclusivas y en deportes también me gusta tener exclusivas. Lo investigo, escribo, paso ahí metida porque me gusta tener información exclusiva y ese es mi punto fuerte.

Desde que se abrió mi categoría ya tengo casi 8 premios, como los 8 balones de oro de Messi.

Me ha tocado ir innovando porque detrás vienen muchas chicas nuevas que, quizá, ni siquiera son mamás o pueden tener un poco más de tiempo y también estoy de lleno en plataformas digitales.

Vamos a ver si se da. Me encanta cuando al final me dicen que la gente votó bastante por mí y agradezco porque no me he quedado de brazos cruzados.

En el Mundial de Sudáfrica, Diego Forlán y Luis Suárez (futbolistas uruguayos) pasaban un filtro de seguridad y les pedí un saludo, los guardias me detuvieron y me lastimaron. Mi camarógrafo, como es alto, se les paró. Forlán vio todo y les reclamó, conseguí el saludo y pude entrevistar a Suárez. Poco y más y me subía al bus de la selección de Uruguay.

En Quito, una vez entrevistando a Messi, se aglomeraron y uno de seguridad me mandó mano (...) Mi esposo estaba esperándome afuera porque me acompañó a ese partido (Ecuador contra Argentina) y yo salí llorando y me decía: ‘Pero dime, ¿quién fue?’. Creo que si lo veo, me acuerdo. Fue en el estadio Olímpico Atahualpa y, ¡qué bestia!, en lugar de cuidarme me hace eso”.

Hay que tratar de siempre generar, ser auténticos, movernos por nuestros contactos, o sea, armar tu año. Por ejemplo, ya sé lo que haré en el 2024 en cuanto a viajes y coberturas.

Hay muchas colegas que en sus canales tienen derechos (de transmisión de los partidos), tienen los goles, tienen las entrevistas que prácticamente se las dan y a mí me toca buscarlas, pedir autorización -que muchas veces te niegan- por eso, cuando consigues una entrevista, tú la valoras tanto (...) Yo estoy aquí para marcar un precedente para todas las periodistas femeninas y que digan: ¡Bacán, Majo lo pudo hacer y yo también puedo! Me encantaría ver más colegas que también hagan ese esfuerzo, hay que valorar a nuestros jugadores en otras partes”.

¡Qué sé yo! No soy ni joven porque tengo 39 años, o sea los jugadores son la mayoría jovencitos, hay poquísimos jugadores de 30 para arriba. Me da coraje, bloqueo a esos malcriados. La carrera te va dando esa experiencia, jerarquía, confianza y credibilidad para que un jugador te diga que sí (a una entrevista), por eso al final les pregunto: ¿por qué me das la entrevista? Y dicen que es porque se sienten bien, no porque tengo lindas piernas. Yo siempre mostré las piernas.

Algo que siempre voy a tener presente de Mariela es cómo ella manejaba sus entrevistas y yo estoy convencida de que aprendí y absorbí muchas cosas de ella. Esto de tocar a los entrevistados también lo hago (risas). Una vez ella me felicitó y que le parecía bacán que busque a los entrevistados, porque no llegué como linda a presentar, empecé como reportera.

¡Claro! Desde que entré hasta hoy. Por ejemplo, si yo digo algo de un jugador y ¡oh sorpresa!, si este no firma con el club al que yo dije en mi investigación, todo el mundo me cae, pero si un colega lo dice, no pasa nada. Me doy cuenta y me duele, me molesta porque son hombres los que escriben y, como hay redes sociales, se esconde cualquier malcriado y no solo a mí, sino a algunas colegas les ha pasado que damos una información que cambió de la noche a la mañana.

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O por la plata baila el mono, que pasa mucho en las negociaciones y fichajes, pero ahora, aunque les duela a algunos, no me afecta y bloqueo porque yo sé la clase y calidad de periodismo que entrego a mis seguidores.

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