La locutora de radio Jacky Roldán es la reina de la picardía. Ese estilo atrevido en la cabina es el mismo que lleva al escenario de un night club del norte de Quito. Allí anima. Pero solo eso...

Nada de quitarse la ropa o acompañar a los clientes. Roldán sube a la tarima para presentar el show, regalar fichas (encuentros íntimos con las chicas del cabaré) y promover a los artistas.

Logró convencer a Los Panchos, al Miche (Carlos Michelena), al Trío Colonial, a Camilita de Ta’ Dominado y a varios DJ reconocidos para que se sumaran al espectáculo de ese centro de entretenimiento nocturno.

Y, aunque le encanta lo que hace, ha tenido que lidiar con todo tipo de comentarios, especialmente en redes sociales. “En el night club, la mayoría son respetuosos, pero en TikTok me dicen: de seguro también trabajas ahí, todo el mundo tiene un precio”, describe.

Pero ella no. Ni la más jugosa oferta es capaz de tentarla, asegura. Roldán mantiene a raya a las propuestas indecorosas. Su arma para combatirlas es el humor. “Cuando regalo las fichas, siempre viene alguno que me dice: ‘Me la gané y me quiero ir contigo’. Me río y le digo que no estoy en el catálogo, pero que sí le acepto un traguito”, bromea.

Para su exnovio tampoco fue fácil aceptar que la comunicadora animara en el cabaré. Los allegados del chico le hacían comentarios y hasta le enviaban memes. De a poco, la relación se terminó.

Mente abierta

En 2005, la locutora incursionó en la radio y, desde entonces, se ha movido por varias estaciones. Por temas de salud hace unos días hizo pausa a los programas radiales, pero está segura de que pronto volverá.

Hablar de sexualidad es su fuerte. Lo hace con un toque de picardía y humor, pues considera que el “equilibrio” es fundamental. “Uso el doble sentido. A veces no me doy cuenta, pero se me sale”, explica.

Esto la ha llevado al ‘top’ en audiencia, incluso le abrió las puertas del cabaré. Ahí le ofrecieron un contrato como animadora por un año (desde octubre de 2021).

Roldán se considera una mujer sin poses. Es la misma cuando entra a la cabina radial, cuando anima en el ‘chongo’, cuando está en casa con su familia y amigos, incluso cuando está con su pareja.

“Al hablar de sexualidad he aprendido mucho. No tengo vergüenza, tengo la mente abierta, pero no soy de las que se va con cualquiera”, enfatiza. 

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Preguntas impertinentes

Otro momento incómodo que la locutora vive constantemente es cuando toma un taxi para ir al night club. Es muy común que el conductor le interrogan si está abierto el lugar. “Me pregunta: no se supone que empieza a atender a las 14:00. Les contesto: no, la oficina está abierta desde antes”. Otros la cuestionan a la hora de la salida. “Ya se irá tan temprano”. En ese momento, ella les aclara que es la animadora y que las trabajadoras sexuales que allí ‘camellan’ tienen otros horarios.