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Farándula
Héctor y Jinsop, el dúo del Ecuador que se roba el show
Héctor y Jinsop aclaran que no son pareja, sino como hermanos que se complementan en lo profesional. En la pista de baile son la sensación.
Son maquilladores de reconocido prestigio, amigos, hermanos de la vida y hoy también del baile. Héctor Alvarado y Jinsop Pineda son la sensación del momento en la pantalla, algo que todavía les “parece un sueño”, principalmente porque tuvieron una infancia llena de limitaciones y muchas carencias económicas.
No eran ‘panas’
Identificados como el ‘Dúo del Ecuador’, se conocieron cuando trabajaban en una peluquería en Guayaquil. Por ese tiempo se tenían ‘bronca’.
“Héctor era muy especial y siempre hubo como un roce. De tanto que nos mandaban juntos a las producciones nos hicimos amigos”, recuerda Jinsop.
Contrario a lo que se cree, aclaran que no son pareja, sino una especie de hermanos, que se cuidan mutuamente. Evitan las fiestas y la vida loca, porque su enfoque está en el trabajo y la superación.
“Vivimos juntos y como los hermanos nos queremos ‘matar’ a ratos”, explica Héctor.
Abandono del padre
Jinsop, de 25 años, es de Zaruma, provincia de El Oro. Cuenta que su papá lo abandonó a él y sus 6 hermanos cuando eran unos ‘peladitos’.
“Mi mamá, a pesar de no tener un centavo, nunca nos hizo faltar un plato de comida. A los 7 años iba a ayudarla al mercado donde desgranaba porotos y arvejas en el puesto de una señora”, comenta. “La ayudé poco, porque después vendía gelatinas. También trabajé en una tienda, en una mina y en las vacaciones vendía periódicos”.
Ganaba con EXTRA
Con una gran sonrisa dice que vendía Diario EXTRA y era lo que más le gustaba. “Me pagaban por cada periódico y como salía bastante, ganaba más. ¡Quién diría que de niño lo vendía y ahora me entrevistan! Es increíble”.
Su actividad en las minas no le agradaba y de esa época le quedan marcas en su espalda. De ahí pasó a laborar en una cooperativa de transportes y luego a un restaurante como mesero.
“Los dueños eran muy buenos. Ellos cambiaron la historia de mi vida, me enseñaron a creer en mí y me motivaron a crecer y venir a la ciudad. Me daba miedo soñar y me limitaba por todo”.
Sexualidad reprimida
Héctor, de 30 años, es guayaquileño, pero parte de su niñez la pasó en Balzar. Hasta su adolescencia vivió reprimido debido a su orientación sexual. “Desde pequeño jugaba con las muñequitas, las peinaba y maquillaba. Miraba todos los reinados de belleza y me imaginaba algún día estar peinando a una de las concursantes”.
Debido a ello tuvo muchos problemas con su familia. “Fue difícil, porque ellos tiene una forma de pensar diferente en cuanto a la educación y a la sexualidad... pero uno no le hace daño a nadie, lo único que se quiere es prosperar, crecer, hacer lo que a uno le gusta”.
Fue a los 17 años, luego de haber tenido múltiples oficios que decidió estudiar belleza y cumplir sus sueños.
“Vivía atrapado, no podía estudiar antes lo que quería, porque hubiese sido un problema. A los 14 años me mandaron a trabajar a una mecánica para que me ‘enmiende’. También fui mesero, lavador de carros, vendí TV por cable y fui masajista en un centro quiropráctico”.
Después de unos 5 años de trabajar juntos en la peluquería fue Héctor que tomó la iniciativa de emprender por su cuenta. Convenció a Jinsop y así nació el Dúo del Ecuador.
Le bailan a la vida
Los temores de Jinsop lo llevaron por tres ocasiones a rechazar la propuesta para formar parte de Soy el mejor. Comenta que Héctor siempre estuvo encantado y finalmente lo convenció de estar en el reality de baile.
“Cuando uno viene de muy abajo viene con una mentalidad muy chiquita, uno cree que no es merecedor, que no va a poder hacerlo”, recalca Jinsop.
Héctor, por otra parte, piensa muy diferente. “Mi vida ha sido de tantos altos y bajos y he aprendido a vivir el momento, aprovecharlo y sentirme bien conmigo”.
Empezaron bailando sin muchas expectativas y poco a poco se han convertido en las figuras del show. “Pensé que a la primera nos eliminarían. Si llegamos a la segunda ronda será una ganancia”, indican.
“Somos un equilibrio bastante grande, porque Héctor me ayuda a entender que puedo hacer cosas que nunca pensé. Nuestra vida ha sido genuina y nos ha puesto en el sitio preciso”, finaliza Jinsop.