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Tulio Quinteros: “Preferí a Barcelona que a Peñarol”
Llegó en 1983 al Ídolo y jugaba de defensa y volante, dependiendo de cómo estaba su peso. Ahora está dedicado a la parte dirigencial de los DT.
Tulio Quinteros es una historia viviente del Barcelona. Jugó en los 80 y ganó tres títulos. Salió del Esmeraldas Petrolero y pasó por el Deportivo Quevedo, hasta llegar a los canarios.
Pudo ser internacional con Peñarol, pero él dijo que se quedaba con los toreros.
Ahora, a sus 57 años y dedicado a la dirección técnica, habla con EXTRA sobre cómo era el fútbol en su época.
¿Nunca se fue del fútbol?
Sí... gracias a Dios comencé a entrenar a los chicos. También me ha tocado ser dirigente de los DT. Lo lindo es que siempre he estado ligado a esta pasión hermosa.
Ahora también estamos analizando ser parte de la asociación de entrenadores a nivel nacional. En este momento soy a nivel provincial el vicepresidente en el Guayas.
¿Ahora busca ser directivo nacional?
Estamos en eso, buscando los votos que nos lleven a ser partícipes, pero eso se está trabajando. Quiero llegar a la Federación Nacional de Entrenadores, para que la Federación Ecuatoriana de Fútbol nos incluya como parte de ellos.
¿Fue más defensa o volante?
Es algo raro lo que me pasaba (...) cuando llegaba a los 80 kilos jugaba de defensa central y cuando estaba en los 78 kilos lo hacía de volante central. Es algo que pocos saben. Todo dependía del peso y de dónde me ubicaba el entrenador.
¿Dónde se sentía mejor?
De volante me gustaba, uno distribuye más juego. Uno tenía la posibilidad de jugar con tipos como Galo Vásquez, Severino Vasconcellos, el africano Makanaky, Washington Aires, Luis Ordóñez y muchas figuras del Barcelona y de los demás equipos en los que jugué.
Se dice que en los 80 y 90 el fútbol era más romántico que ahora, ¿es cierto?
Era diferente, se lo jugaba más por amor, ahora es más por la parte del dinero, es como una profesión. Pero somos felices los que jugamos en nuestra época. Creo que había más entrega, más maneras de mostrar lo que uno sabía, era menos mecánico y más dinámico.
¿Graduado de entrenador?
Soy tecnólogo deportivo, ahora estamos para enseñarles a las futuras generaciones las cosas que sabemos, las que vivimos. Esa es nuestra meta.
Barcelona marcó su historia. Se lo relaciona directamente con el Ídolo.
Hay muchos recuerdos que me marcaron la vida. Fue tal el cariño y emoción de jugar por el Ídolo, que no me fui a jugar a Peñarol de Uruguay.
¿Dejó pasar a Peñarol por estar en Barcelona?
Es verdad, creo que fue un error en ese momento. La gente de Peñarol vino a buscarme para que reemplazara a un jugador de apellido Silva y se fijaron en mí. Pero cuando me pusieron a escoger entre Barcelona y Peñarol, yo escogí quedarme. Tenía 18 años, creo que faltó que alguien me explicara lo que tenía en frente, la posibilidad de salir al extranjero. Fue mi culpa, pero no me arrepiento, me quedé en el Barcelona y saqué tres campeonatos: 1985, 1987 y 1989. Estuve en cinco vicecampeonatos y cinco torneos de Copa Libertadores. Me radiqué en Guayaquil desde 1983 e hice mi vida en esta linda ciudad.
¿Peñarol lo dejó pasar?
Mi sueño era jugar en Barcelona, créalo, por eso no fui. Amaba tanto al Ídolo que no fui al Peñarol.
En los años 80 y 90 no había redes sociales, existía menos ‘sapada’. ¿Se cuidaban los jugadores?
Los jugadores mayores cuidaban a los menores para que no metieran la pata. Eso nos servía para encaminarnos en lo deportivo.
En esta época, Tulio con su fútbol haría harta plata, ¿qué habría hecho con el ‘billuzo’?
Ahora uno piensa diferente, seguro en tener muchos bienes, ayudar a las raíces de uno. Cuando se gana mucho dinero, debes de tener alguien que te asesore, porque si eres ‘pelado’ y te encuentras con un cuarto lleno de dinero, seguro que no sabrás en qué gastar. Ahora les transmito a los niños que no cometan los errores que uno ha cometido.
¿Todo ha cambiado desde los 90 hasta ahora?
En todo sentido. Ahora se cuidan en la alimentación, se rigen a lo que les pide el nutricionista. Lo mismo pasa con la vida privada. Eso se debe al profesionalismo. Ahora se tiene mucho cuidado invisible, porque se gana mucho dinero.
Hablando de dinero, ¿su pase cuánto le costó a Barcelona?
Pasó algo raro: la primera vez que me querían comprar, mi pase costaba 80.000 sucres cuando estaba en Esmeraldas Petrolero, pero Barcelona no podía pagar y me fui al Deportivo Quevedo, siendo un ‘pelado’. Pero después de que debuté y me fue bien, jugué un partido ante el Ídolo y me compró en dos millones de sucres. A mí me tocaron 400.000 sucres.
Pero ahora se supo que el pase no costó dos millones de sucres.
Eso recién lo pude saber. Isidro Romero dijo que me compró en tres millones de sucres, pero a mí me dijeron que eran dos. Debían de darme 600 mil y solo recibí 400 mil. Pero cuando me vendieron a Valdez, el equipo ganó mucha plata, porque me vendieron en 70 millones de sucres. Esa vez sí me dieron el 20 por ciento del pase.
¿Tulio habla todos los días de Barcelona?
La hinchada amarilla me recuerda todos los días.