En la casa de los Páez, en la voz del niño Kendry jamás se escuchó “quiero un muñeco”, “cómprenme un carrito”, ni ninguno de los muchos juguetes que los pequeños desean siempre tener en sus manos.

Kendry Páez se contentaba siempre con una pelota, una pantaloneta y una camiseta futbolera, porque él improvisaba una cancha en cualquier lado. Desde la sala de su casa hasta la vereda eran sus estadios.

Se trata de los ‘archivos secretos’ del nuevo jugador estrella de Ecuador, que ‘desclasificó’ y reveló su padre horas después de que Kendry batió el récord de ser el futbolista más joven en anotar un gol en las eliminatorias en el continente.

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Kendry nació el 4 de mayo del 2007. En aquel entonces, la selección de Ecuador se aprestaba a viajar a Estados Unidos, como parte de la preparación para la Copa América de Venezuela. Muchos de los jugadores ‘pepa’ de ese momento son ahora analistas deportivos. Lo cuenta Ray, quien con un montón de fotos en la mano hace un breve repaso de la vida de su retoño. Y curiosamente, todas esas fotografías con su hijo, desde que comenzó a caminar, tienen que ver con el fútbol.

En medio de la euforia, una videollamada desde el estadio Hernando Siles, de La Paz, hizo que los ojos de Ray se llenaran de lágrimas de felicidad. El mundo estaba hablando de su hijo y él no paraba de llorar, mientras sus amigos brincaban de la emoción.

Al final, una captura de pantalla con una frase: “Te amo (con un emoticón de príncipe) mío, Dios te bendiga (más emoticones de manos y la bandera de Ecuador)” y la foto de Kendry sonriendo, con la misma sonrisa que se le veía cuando llegaban a casa las pelotas de marca que estaban de moda, como la famosa Adidas Jo’bulani del Mundial 2010.

NADA DE JUGUETES

Todo podía faltarle a Kendry, menos la pelota. “Nunca le gustaron los juguetes, solo pelotas y llevarlo a jugar, nada más”, confiesa el orgulloso padre, quien entre bromas dice que se salvó de los berrinches que hacen los pequeños por los juguetes, pero no se libró de acompañar a las canchas a su hijo a pelotear.

La mente de Ray hace una jugada para atrás, recordando las premiaciones cuando Kendry iba de camisa blanca a recibir los diplomas de la Academia Alfaro Moreno. Al ver las fotos, es fácil darse cuenta de que la sonrisa de Kendry no ha cambiado.

HISTORIA

Ray asegura que después de la fecha de nacimiento de Kendry, el día 12 de octubre del 2023, del partido de la Tri ante Bolivia, se ha convertido en el más importante en su vida.

Esa noche, “yo estaba con un grupo de amigos en Guayaquil, viendo el partido. El solo hecho de que sea el segundo encuentro en el que arranque de titular en las eliminatorias me dejaba demasiado contento”, confiesa.

Y añade: “Cuando recibió el pase, no me imaginaba lo que se venía. Cuando vi que avanzó hasta el fondo y sacó el disparo, fue una explosión en mi vida, creo que el corazón latía como nunca. La verdad es que no pude contener las lágrimas, lloraba de la felicidad. Era su segundo partido y con gol. Lo marcó justo cuando nos entraba la desesperación, porque no venía el gol. Puedo decir que me siento orgulloso de mi hijo. Que Dios me lo cuide siempre, es una sensación que no te imaginas cómo la vivo”. Minutos después de ese momento de gloria recibió la videollamada.

Sobre el gol, considera que es un regalo de la vida, por la forma en que se dio. “Confieso que nunca me imaginé que todo esto iba a ser tan rápido, que en tan poco tiempo se iba a dar todo. Solo puedo darle gracias a Dios”, comenta Páez papá.

Desde que Kendry comenzó a sobresalir, Ray se lo encomendó a Dios, para que lo cuide siempre. Y también le gustó un gesto al final del partido: el abrazo de Kendry con Marcelo Moreno Martins, pues ambos son compañeros en Independiente del Valle. Su hijo está muy agradecido con todos los que lo ayudan a crecer.

Kendry tiene apenas 16 años y su historia tiene demasiadas páginas en blanco aún para ser escritas con jornadas como la del jueves pasado.

Ray no olvida que vio el Mundial 2010 con Kendry en sus brazos, y 13 años después ese niño ya hizo su primer gol para la Copa del Mundo 2026. ¡Qué más puede pedir un padre futbolero!

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