José Bernardo Valdés González le tenía tanta fe a Kiara Rodríguez que, antes de viajar a París para los Juegos Paralímpicos, se tatuó la medalla en su brazo derecho. Valdés es el entrenador que ha estado con la atleta todo el tiempo y pertenece a Fedeguayas.

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Al inicio, Kiara fue reclutada por Lázaro Pérez, entrenador de lanzamiento, pero la deportista dejó esa disciplina debido a un problema en su brazo.

En realidad, Valdés de 56 años, es como un padre para ella. La mamá de la deportista confiesa que, cuando no había dinero para el bus que la llevara desde la Isla Trinitaria hasta el estadio Modelo, el entrenador cubría esos gastos. Eso ocurrió en los momentos difíciles; ahora, los dos disfrutan de las medallas de oro.

-¿Quién es José Valdés?

-Soy un entrenador de nacionalidad cubana, trabajo para la Federación Deportiva de Guayas y el Comité Paralímpico a la vez.

-¿La madrugada en que ganó la medalla, la mamá de Kiara lloraba y recordaba que, cuando no había dinero para el bus, el profesor Valdés le daba la mano?

-Esa es una tarea que siempre he tenido como persona, porque vengo de la misma humildad que ellos, de ahí mismo salí antes que ellos. Cuando era joven, tenía 14 o 15 años y era un sembrador de arroz, pero me propuse ser una persona diferente y lo logré.

-¿De sembrador de arroz a darle medallas a Ecuador?

-Correcto. De sembrador de arroz, me preparé en Cuba y luego vine a Ecuador por un convenio que hay con este país. Llegué a dar lo mejor de mí y hoy Ecuador disfruta de mi trabajo.

-¿Cuántos años lleva ya en el país?

-Tengo 14 años.

-Ya es como un ecuatoriano más, qué no se enteren los cubanos...

-No, no, no, mi Cuba siempre presente. Cuba para mí es lo primero, a pesar de que doy todo por Ecuador, pero Cuba siempre está presente.

-¿En qué momento usted dijo, “aquí hay madera”?

-Desde el 2018 eso ya se venía perfilando, con las posibilidades que ellas tenían en el mundo. Por ejemplo, primero iniciamos con los 200 metros, que era una de las disciplinas con más posibilidades. Después nos fuimos a los 100 metros.

-¿Pero qué le aseguraba que estaba para ser medallista?

-En Cuba hay unos parámetros que se miden, que se llaman el 70-90. Son medidas que se le hace a los niños en la etapa de desarrollo. A veces, los entrenadores no quieren esperar esa parte y es muy importante, y con Kiara se lo hizo.

-Era primera en velocidad, pero ¿cómo se dio lo del salto largo?

-En salto largo era muy mala, no mala, era muy malísima. Saltaba a 3.19 metros y en 100 metros no es que era buena tampoco; corría en 16 segundos. En 200 metros, era más o menos para el mundo en su categoría; corría 28 segundos en 200 metros, pero con trabajo y entrega, todo cambió.

-Ha sido su único entrenador, ¿ahora qué viene?

-Creo que como entrenador ya tengo todos los títulos, al igual que ella como atleta. Creo que aquí vamos a cerrar una página y vamos a abrir otra. Pensamos ir un poquito más allá, con los 200 metros; creo que hay posibilidades de una medalla también.

-¿Con cuántos chicos trabaja?

-Tengo 24 chicos, de diferentes discapacidades: auditiva, intelectual y física. Muchos de ellos están para cosas grandes. Pudimos tener más participantes, pero cambiaron varias reglas. Por ejemplo, teníamos a una chica en el puesto 16 del mundo y solo clasificaron hasta el 14.

-¿Usted en qué año o cuándo dijo, “estamos para medallas de oro”?

-En 2019 ya fue campeona del mundo en salto con 16 años. Después vinieron los Juegos Paralímpicos de Tokio y quedó con la medalla de bronce. Ahí nos quedamos con un sabor un poquito amargo porque esperábamos más, pero las condiciones climáticas no nos fueron favorables, y el calzado que teníamos en aquel momento tampoco era el ideal. Hoy, gracias a Dios, competimos con la última tecnología.

-¿Le puedo decir algo en nombre del país? Muchas gracias por lo que hizo con Kiara.

-Y gracias a ustedes también por la acogida que me han dado y por considerarme un hijo más de este país.

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