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Una hinchada indispensable para los deportistas invidentes
En el encuentro que se realizó en el coliseo de la Universidad de Guayaquil, algunas madres se mostraron orgullosas de las habilidades de sus hijos.
En el coliseo de la Facultad de Educación Física, Deportes y Recreación de la Universidad de Guayaquil, se llevó a cabo la Copa Sin Límites. Un partido amistoso de fútbol que retó a los futbolistas profesionales Patricio Urrutia, Segundo Castillo y Javier Burrai a jugar con los ojos vendados. Además, se llevó a cabo un encuentro de goalball femenino.
El encuentro se hizo con el fin de resaltar que ningún deporte debe ser un obstáculo para las personas que padecen una discapacidad, en este caso, visual.
HINCHADA INDISPENSABLE
En la gradería, hubo emoción y un poco de nervios en algunas madres que estaban presentes en primera fila para ver a sus hijos.
Martha Torres se quedó durante todo el partido de fútbol para esperar el turno de su hija María Elisa en goalball. Esta madre no niega que este deporte le generó mucho miedo en el 2016, año en el que empezó a jugar. No se sentía tranquila de ver a su hija recostada en el suelo y corriendo el riesgo de ser golpeada fuertemente por la pelota.
Ahora, se siente segura, Martha sabe que su hija de 39 años se ha transformado en una mujer independiente y a pesar de que tiene discapacidad visual, María Elisa ha demostrado que puede enfrentar el día a día sola. “Ella es feliz con su deporte. Es licenciada en Comunicación, tiene su esposo, hace sus quehaceres y sale a la calle sola”.
A pesar de que María Elisa perdió su vista a los 7 años por una reacción alérgica a un medicamento, nada le impidió practicar un deporte que le gustara. Tardó un año y medio en agarrar confianza pero aún así logró destacarse, este 28 de octubre representará a la Selección del Guayas en Portoviejo.
Una madre entrenadora
Por otro lado, Lucia Meza, quien es entrenadora de fútbol y voleibol para personas con discapacidad visual acompañó a su hijo Carlos al partido amistoso que se jugó con los futbolistas Urrutia, Castillo y Burrai.
Esta mujer de Manabí que llegó a Guayaquil a sus 18 años con sus dos hijos ciegos, dijo que esa época fue todo un reto para ella, pero a su vez, un motivo para ayudar a formar deportistas con esta discapacidad.
Para estas madres, ver a sus hijos en la cancha siempre será motivo de orgullo. Son jóvenes campeones, que sin poder ver, han demostrado que ningún reto les queda grande.