En el fútbol ecuatoriano hemos visto hermanos, primos, tíos y sobrinos jugando, pero muy pocas veces a un padre junto a su hijo.

A nivel profesional se recuerdan tres casos: la de José Francisco Cevallos y su hijo José Francisco JR., cuando compartieron en 2011 en Liga de Quito; en el elenco albo también lo hicieron Neicer Reasco y Djorkaeff en 2016, mientras que en Olmedo, en 2012, Carlos Javier Caicedo pudo jugar junto a Romario.

Esta situación poco común y que es un anhelo y orgullo para muchos futbolistas se da actualmente en la Segunda Categoría del Guayas, precisamente en Liga Deportiva Estudiantil (LDE), donde militan Edixon Tello y su hijo Édison.

“Jugar junto a mi hijo, a nivel profesional, es un privilegio que pocos pueden cumplir”, dijo Edixon de 39 años.

El mayor de los Tello aseguró que nunca pensó que a su edad iba a poder jugar profesionalmente y que esto se dio “sin querer queriendo”.

“A mi hijo siempre lo acompañaba a los entrenamientos y como yo juego torneos barriales, le solicité al técnico que me dejara moverme con el equipo, para estar en forma. Él aceptó y un día, antes del inicio del torneo de Segunda, me dijo que me iba a incluir en el equipo. Y aquí estoy (risas)”.

Si bien apenas ha podido estar en cancha una sola vez junto a Édison, de los seis duelos que se han disputado hasta ahora en el campeonato de ascenso, el marcador izquierdo asegura que se ‘come las uñas’ cuando ve a su primogénito desde la banca.

“Cuando él entra a jugar yo estoy nervioso. Él apenas tiene 16 años y hay jugadores que lo pasan en edad y estatura. Muchas veces le van dando fuerte y en ese rato me quiero meter a defenderlo, pero así es esto”.

Por su parte Édison Tello indicó que espera poder jugar “muchos años más” junto a su padre. “Desde los quince años juego junto a él, en torneos barriales (ambos son de General Villamil del cantón Playas). Físicamente mi papá parece de veinte (risas), así que creo que tenemos muchos años más para jugar”, sostuvo el volante.