Estoy metida en el mundo de las comunicaciones. He sido modelo, impulsadora y estudié periodismo. Cometí un error y me da pena cuando me acuerdo.

Un futbolista, muy simpático, se enamoró de mí. Al inicio no sentía nada. La plena que estaba guapo, pero alguien me dijo que era muy inestable y celoso.

La luna de miel, sin casarnos, fue en México.

Comenzó a darme todos los gustos, incluido un lujoso departamento, que fue nuestro lugar de idilio.

Pero a los 15 días de ser ‘novios con derechos’, comenzó a sacar las garras. Yo estaba en todas las redes sociales y él me dijo: “Quiero protegerte, nada de redes sociales, eso no va contigo, ahora eres mía y las únicas redes que tendrás son las de mi corazón”. Ojo, esto es textual.

Me daba pena salir de todas mis redes. Créanlo, me había costado mucho tenerlas.

Al inicio no le hice caso, pero en una foto un compañero de él le puso un ‘me encanta’ a mi gráfica. Resulta que alguien le dijo que ese chico había sido mi novio. En realidad nunca lo fue, pero nadie le sacaba eso de la cabeza.

Ahora me enteré que fue donde él y le preguntó eso. Me di cuenta de que sus celos eran enfermizos, pero la verdad ya estaba enamorada.

Me salí por sus celos de todas las redes sociales. Me faltó carácter, pero ya pasó.

El amor se terminó hace unos meses, cuando intentó levantarme la mano (golpearme) porque me encontró una cuenta secreta que tenía para ver mis redes. Lo dejé por violento. Ya volví a mi vida normal. No lo extraño, porque vivía como presa de él, pues era demasiado celoso.

Ahora he vuelto a la libertad, no quiero saber nada de los jugadores. Creo que todos son celosos.