Gabriela Morales tiene al menos 10 duendes en su casa. Ella es una terapeuta holística con varios años de experiencia en reiki, ayurveda, constelaciones familiares, entre otras prácticas. Estos pequeños seres acompañan a su familia, pero son unos traviesos. ¡Qué locura! “Tengo varias historias con los duendes. De los que están en casa, solo tres tienen nombre y uno está activado”, cuenta.

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La activación se trata de un ritual en el que se le pide a este ser de la naturaleza que se manifieste en un muñeco. En el caso de Gabriela, están hechos de porcelana fría y fieltro. En algunas culturas, como la celta, se considera a estos pequeños ‘amigos’ como elementales de la naturaleza, inocentes y con la picardía de un niño de tres o cuatro años.

Los duendes son como niños de tres años

La terapeuta asegura que no hay que tenerles miedo y que todo depende de la intención con la que se active un duende. “Hay gente que sí los usa para el mal, pero depende de cada quien”, explica. A ella le han hecho algunas travesuras: en ocasiones le han escondido celulares, audífonos, aretes o llaves. “Si les pides que devuelvan, lo hacen. Yo les pongo como ofrenda miel, caramelos, chocolates o vino. ¡Son golosos!”, dice.

¿Cómo sabe que son ellos? Gabriela cuenta que cuando las cosas no aparecen, luego de buscar por todos lados —incluyendo los más obvios—, ella les hace la petición. Después de un par de días, el objeto aparece en el sitio en el que está segura de haber revisado.

Sucedió con los audífonos de su esposo. “No los encontraban por ningún lado. Pensó que se cayeron en la puerta del conjunto habitacional. Se pasó más de una hora revisando las cámaras y nada”, explica.

Cuando ella le insinuó la autoría del ‘crimen’ de los duendes, recibió una mirada de incredulidad por parte de su esposo. “Unas dos semanas después aparecieron en el cajón de su velador. El cajón que abre todos los días porque allí pone sus llaves y su billetera cuando llega”, cuenta. ¡Insólito!

Guardianes de la casa

Sin embargo, no solo le han dado algunos sustos. Gabriela encomienda a sus perritas a los gnomos cada vez que sale de casa. Generalmente, cuando siente la necesidad de ‘volar’ a su hogar, es porque algo está pasando. “Una vez se quedó una perra pitbull que me encargó mi hermana. Se las encargué. Hubo un momento en que pensé en los duendes y enseguida en la perra. Corrí a la casa”, relata.

Al llegar, encontró a la mascota a punto de escaparse a la calle, pues había roto la malla del patio. “Habría sido grave porque se hubiera enfrentado a otros perros pequeños y esa raza es fuerte”, comenta.

Así convive con estos seres que, lejos de hacer daño, según la terapeuta, se convierten en una compañía más en el hogar. Gabriela, además, se recibió como sacerdotisa wiccana, luego de varios años de estudio, por lo que la magia, lejos de asustarla, la atrae.

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