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Charles Vélez: "La historia de El Nacional contagia”
El volante volvió a la escuela Unión 25, donde jugaba de pequeño. Compartió con los chicos y habló de su vida y lo que significa el equipo militar
Los pequeños de la escuela de fútbol Unión 25 estaban sentados a un costado de la cancha de tierra de la liga Jardines del Salado de Guayaquil. Les habían dicho que iba a venir Charles Vélez, el jugador de El Nacional, campeón de Copa Ecuador y clasificado a la Copa Libertadores.
Mientras esperaban al jugador, los pequeños Alexander Estupiñán (de 10 años), Daniel Espinoza (10) y Gerard Lara (12) conversaban animadamente sobre quién era mejor: Messi o Ronaldo.
Cerca de ellos, el director técnico José Moreira, que entrenó a Vélez, comentaba: “Las ganas de él siempre fueron de superación. El ímpetu que le ponía a los entrenamientos lo decían todo”.
De pronto, Vélez llegó y compartió con los pequeños de aquella escuela donde un día tuvo sus inicios. Las fundas de caramelos y los balones estuvieron presentes. Las preguntas de los pequeños comenzaron a surgir: ¿Y cuándo juegan Libertadores? ¿Por qué eres volante? ¿El estadio Atahualpa es grandote?
Vélez respondió todo y, al final, un hornado, salsa y arroz hicieron que la visita del jugador fuera completa. Una placa para el volante como reconocimiento le fue entregada.
EXTRA conversó con el jugador guayaquileño, que cumple años el 26 de diciembre y en la primera semana de enero debe volver a Quito a la pretemporada.
¿Qué viste en los rostros de los pequeños?
Mucha alegría, mucha felicidad. Son niños todavía y a esa edad uno solo quiere jugar al fútbol, uno quiere ir detrás de la pelota y jugar. Creo que todavía a esa edad no sueñas lo que puedes ser. Me preguntaron muchas cosas. Hasta te ponen a comparar a jugadores, si Messi, si Cristiano. Vi mucha alegría, como cuando yo era niño y veía las figuras del fútbol ecuatoriano y me sentía contento. Esa misma ilusión vi en ellos.
¿Charles, qué tal es venir a ver al profesor José Moreira, que te dirigió cuando eras pequeño?
Es algo muy satisfactorio. Me acuerdo de cuando tenía 10 u 11 años. Es algo lindo ver la cantidad de niños que el profesor entrena. Esto es hermoso. Recuerdo cuando venía a entrenar sin saber cómo me iba a ir después. Solo quería jugar.
¿Jugabas en el mismo puesto cuando tenías 11 años de edad?
Jugaba de lateral derecho. Me acuerdo cómo fue mi debut, algo raro. Entré en el segundo tiempo, era el más chiquito de todos. En ese entonces la escuela entrenaba en el sur de Guayaquil. Mi debut fue en la cancha de la ANAI (Academia Naval Almirante Illingworth). No era titular y me puse a llorar, yo quería jugar, pero era muy pequeño.
¿Lloraste en la cancha?
Yo quería jugar de titular, pero había jugadores más grandes. Cuando eres más chico, la diferencia es mucha. Seis meses me tocó estar en el banco. Pero cuando comencé a jugar, todo cambió.
¿En qué soñabas a esa edad?
Solo en jugar, divertirme, nada más. No tenía ese afán todavía de querer ser jugador profesional.
Pero soñabas con jugar de forma profesional, seguramente.
Cuando empecé, solamente era por jugar. Después, con el tiempo, ya es muy diferente y te das cuenta de que puedes llegar a ser jugador de los que salían en la televisión y todo va cambiando.
¿Qué recuerdos tienes de cuando eras pequeño?
Son inolvidables. Jugaba cerca del estadio Monumental y cuando había partidos del ídolo quería entrar allí, pero no había dinero y tocaba hacer el famoso puertazo, que no era otra cosa que estar hasta el final del partido. Te abrían la puerta en los últimos 15 minutos y adentro.
¿No había para el boleto o cómo era la situación?
No, no había para el boleto, pero las ganas de entrar al estadio nadie nos la quitaba.
¿En qué momento viste que ibas a llegar a ser jugador profesional?
A los 14 ya me proyectaba a ser profesional. A los 16 años fue cuando debuté en la Academia Alfaro Moreno, en un partido en Segunda Categoría. Entonces ahí fue que ya dije: “Quiero ser jugador profesional”.
¿Te fuiste desterrado a Ambato?
Sí, te cuento que yo iba a salir a los 16, me acuerdo, a Liga de Quito, junto a Joao Plata, Marlon Ganchozo, pero mi mamá no me dejó porque no acababa el colegio. Luego me fui a Macará, cuando ya había terminado el colegio. Ahí fue de forma profesional, tenía 17 años y fue el comienzo de todo.
¿Al inicio sabías a qué club llegabas?
Cuando fui al complejo de El Nacional, el primer día, vi mucha historia, entonces uno se contagia. Estamos hablando del Bi-Tri, de un equipo de solo jugadores ecuatorianos.
¿Y ya cuántos años en la Sierra?
En el 2010 llegué a Macará, regresé en el 2013 a jugar Segunda en Guayaquil, ahí volví a Ambato, en el 2020 me fui a Delfín, (estuve) tres años allá y regresé a la Sierra.
Le ha ido bien en la Sierra.
Sí y en Delfín también, gracias a Dios, me fue muy bien. Siempre jugué y eso es lo que rescato. Todos los años gracias a Dios he podido actuar la mayoría de los partidos.
Para El Nacional este año ha sido bueno, a pesar de los problemas económicos.
La verdad, en lo deportivo, muy bueno. Rescatamos muchas cosas positivas. Con el pasar de los partidos nos dimos cuenta de que podíamos alcanzar cosas que, al inicio, se veían lejanas. El ganar la Copa Ecuador, el poder volver a la Copa Libertadores, fue algo maravilloso.
Despertaron a la afición.
Totalmente. Al final terminamos con unas asistencias increíbles, unas fiestas en las gradas. En los primeros partidos no iba mucha gente al estadio. Creo que después, con el pasar de los partidos, todo cambió. En la Copa Ecuador ya nos dimos cuenta de que podíamos.
¿Cómo ves a los hinchas?
El Nacional tiene una gran hinchada. Lo que vivimos en los partidos de la Copa Ecuador fue mágico. Este equipo (El Nacional) tiene mucha historia, y uno cuando sale a jugar esos partidos se pone una camiseta grande. Te respetan mucho los rivales.
Ahora se vienen tres torneos: Copa Libertadores, LigaPro y Copa Ecuador.
Hay que hacer una buena pretemporada para estar listos para esos torneos, algo que no se juega siempre. Todos los equipos quisieran jugar esos campeonatos, pero bueno, creo que tenemos la oportunidad de jugarlos y hay que hacerlo de la mejor manera.