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En el estadio Jocay de Manta juegan como locales el Delfín (de la Serie A) y el Manta (Serie B).API

La cancha del Jocay se las pone difícil a los jugadores

El Monumental, Casa Blanca y Capwell son los preferidos de los futbolistas porque su gramado parece alfombra, lo que les permite destacar. Caso contrario al estadio Jocay, que se encuentra en mal estado.

Jugar en condición de visita en el estadio Jocay de Manta es complicado, por el mal estado que presenta la cancha. El césped está desnivelado y seco en varios sectores. Todo lo contrario al gramado del Monumental de Barcelona, Casa Blanca de Liga de Quito y George Capwell de Emelec, que tienen ‘alfombras’, según los jugadores Jean Carlos Quiñónez y Pedro Larrea.

El pasado 30 de julio, cuando Guayaquil City venció (3-0) a Delfín en el Jocay, por la cuarta fecha de la segunda etapa de la LigaPro, Quiñónez, de 20 años, jugo por primera vez en este campo, el cual le dejó una pésima impresión. En aquel enfrentamiento, aparte de preocuparse de los 11 jugadores rivales, tuvo que estar ‘pilas’ para no lesionarse y no hacer un autogol.

“Es la cancha más difícil en la que he jugado acá. Es como si no tuviera césped, tiene muy poco y cuando se pisa se siente la tierra. Y eso hace que la pelota salte. Con Delfín uno se tiene que preocupar de la cancha porque una mala pisada puede ocasionar una lesión y, para los que jugamos de defensa, un mal bote puede terminar en autogol”, explica.

El Jocay fue inaugurado el 14 de enero de 1962 y tiene capacidad para 22.000 espectadores. Allí juegan de locales el Delfín (de la Serie A de Ecuador) y el Manta (Serie B).

Quiñónez acepta que ante los cetáceos la pasó mal. “Uno intenta jugar y hacer lo que se puede cuando las canchas están en mal estado, pero eso influye en el juego. La pelota no rueda y el espectáculo no es fluido. Debería ser un requisito tener en buen estado el césped de los estadios, porque así también evitamos las lesiones”.

Entre las temporadas 2020 y 2021, Jean Carlos jugó en los clubes brasileños Palmeiras y Santa Cruz y asegura que en ese país tienen reductos “de primer nivel, sin ningún defecto”.

“Las mejores canchas que he pisado son las de Palmeiras y Sao Paulo. En Brasil no importa que el equipo sea pequeño, igualmente cuidan muy bien las canchas. Nunca vi una en mal estado y podría decir que se comparan a las de Barcelona, Liga de Quito e Independiente del Valle, que parece que tuvieran una alfombra”, compara.

El gramado del estadio de Barcelona es considerado uno de los mejores del país.Archivo

APROVECHÓ EL BUEN ESTADO DEL CÉSPED

Pedro Larrea, capitán de Libertad Fútbol Club, que disputa la Serie B, también considera que a nivel nacional hay varios reductos que necesitan mantenimiento en el gramado, entre ellos el Jocay. El pasado miércoles 31 de agosto, los peninsulares empataron 2-2 ante el Manta en este escenario deportivo.

“Recientemente jugamos un partido en este estadio y el gramado estaba seco, lo cual hace que sea una cancha dura. A veces ese mal estado de la cancha juega con la mente de uno porque hay que mantener la vista en la pelota por si rebota o se desvía por los huecos. Uno no se puede descuidar hasta que ya recibe la pelota”, explica.

Larrea, quien debutó en el balompié ecuatoriano en 2003, destaca que durante su carrera siempre vio en buen estado las canchas de Barcelona, Liga de Quito y Emelec, las cuales le encantan porque le permiten destacar con su fútbol de toque y remate de larga distancia.

“Siempre han tenido el mejor césped, desde que debuté los recuerdo así. En estos estadios tengo buenos recuerdos porque hice buenos partidos y goles de larga distancia. Tienen el césped totalmente nivelado, por eso solo había que preocuparse de buscar los espacios para meter un buen pase o patear desde afuera del área”, dice.

SUPO APROVECHAR LOS HUECOS

El delantero paraguayo Jorge Torales, quien jugó en Olmedo, Deportivo Cuenca y Emelec en 2006, 2008 y 2009 respectivamente, recuerda que durante su paso por el fútbol ecuatoriano en varias ocasiones terminó con esguinces de tobillo por causa del mal estado de los campos de juego del estadio Olímpico de Riobamba y, sobre todo, La Cocha de Latacunga, donde juega de local Espoli.

“La cancha de Espoli estaba en muy mal estado. El césped era horrible y la pelota saltaba mucho. En ese momento las canchas no eran tan buenas, por eso varias veces terminé con esguinces de tobillo, porque los huecos ocasionaban que me virara los pies cuando iba corriendo”, recuerda.

En 2009, Jorge Torales marcó un gol a Espoli en el estadio La Cocha. Archivo

A pesar de las limitaciones de los campos de juego, Torales manifiesta que en los partidos trataba de estudiar rápidamente la cancha para aprovechar los desperfectos. El 9 de mayo de 2009, cuando Emelec venció 2-1 a Espoli en su casa, el paraguayo aprovechó los huecos para marcar un gol.

“Lo desnivelado que estaba el césped me ayudó para definir con un sombrerito en el minuto noventa, gol con el que ganamos. En esa ocasión me jugó a favor, pero otras veces era difícil maniobrar la pelota. El delantero necesita que el balón le llegue limpio para definir, pero en esas condiciones se dificultaba el trabajo de uno”.