Desde finales de 2019, cuando cerró su mejor temporada en el BMX, Alfredo Campo estaba seguro de que llegaría a disputar la medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

La pandemia hizo que tenga que aplazar un año este sueño. Aprovechó la paralización obligada para ampliar su preparación con la seguridad que cuando se encuentre en el partidor en Japón estaría en su mejor momento.

En Tokio evidenció su fortaleza física y mental al recuperarse de una caída en el primer heat de los cuartos de final. Estaba enfocado en cumplir la promesa que realizó previo a los Olímpicos: dejar la vida en la pista.

Los fantasmas de Río 2016, donde quedó fuera de competencia por una fractura en el hombro, se fueron alejando y con una demostración de dominio de la bicicleta llegó a la gran final. Quedó a un paso de la anhelada medalla, pero sumó un diploma olímpico a su exitoso palmarés.

“Gracias a mi equipo me pude levantar de la caída y llegar a una final olímpica”, resaltó el bicicrosista tricolor.

“Quiero agradecer por todo el apoyo. Sentí la fuerza de 17 millones de ecuatorianos en cada pedalazo. Lo di todo, dejé la vida en la pista, me voy tranquilo, con la frente en alto”, aseguró con la voz entrecortada por la emoción.

Alfredo toma el diploma olímpico como una motivación para seguir buscando éxitos. “Desde que salí de mi casa, cuando tenía 16 años, estaba en busca de este sueño de representar a mi país en una final olímpica. Todo esto me lleva a pensar que podemos conseguir más logros para el país”, sentenció.