Mis Historias Urbanasblanca moncada

Mis Historias Urbanas: Trauma busetero

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Subió al vuelo. "Ustedes son los que me aconsejan: 'Camella, varón. Pide, trabaja, pero no robes'". Luce una gorra maltrecha, pantalón jean ancho (podrían entrar dos de él en una basta) y una cicatriz que da cuenta de su cuestionable pasado. No le pongo más de 30 años.

"Varón, damita, mi presencia en este medio de transporte no es para molestarlos, mucho menos incomodarlos. Solo quiero darles a conocer este pequeño caramelito que he traído el día de hoy para poder llevar un pan, una porción de verde, a la mesa de mi hogar". Los pasajeros advierten su presencia como una alerta. Veo cómo le tira cinco dulces a una doña en el pecho.

"Un dolarito se te puede caer al subir o bajar de este medio de transporte", ahora su voz suena a amenaza. Llega a mi puesto. "No, gracias", declino la oferta ante sus palmas estiradas. Me inyecta una mirada de odio. Revisa el perímetro. Nadie lo mira. Creí que me tiraría en la cara los caramelos, pero no. Al saberse libre de vigilancia, mete sus manos en mi bolso y toma de este mi celular. 

Estaba todo calculado. El semáforo en rojo, la puerta abierta y el chofer distraído. Se baja corriendo. Me quedé sin reacción, consternada, enfadada, con ganas de llorar. Busetear en Guayaquil es cosa seria!