Mis Historias Urbanasblanca Moncada

Mis Historias Urbanas: Luto tardío

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El cuadro es atroz. Ella, una muchacha que anda por los 20, llora sobre su hombro desconsolada. Están sentados en una acera. -Mi abuelito, mi abuelito..., le solloza casi sin aliento. Acaban de salir de un concierto de rock pesado y Aldo, que igual que ella se pegó algunos tragos, no sabe cómo manejar la situación.

 Es de madrugada en alguna calle de Guayaquil. Nadie, excepto ellos y un mendigo arropado con cartones, protagonizan la escena. Heril vomita y no para de llorar. -Toda la vida me cuidó, jugaba conmigo y siempre me contaba historias. Mi viejito hermoso se me fue. ¡Se me fue! Aldo solo escucha. -Era el mejor padre, porque fue padre más que abuelo. 

Esta vez Heril gime a consecuencia del llanto, aunque no se le entiende mucho. Está muy ebria. Aldo se desespera un poco. -Tranquila... El abrazo que le sigue a ese consuelo agrava la situación. Es una daga en el corazón de Heril, que suelta en llanto descontrolado, como si le hubieran dado cuerda. -¿Y cuándo mismo falleció tu abuelito?, dispara Aldo. Heril, sin despegar la cara de su hombro y secándose los mocos en la camiseta de su amigo, responde ya más tranquila: "Cuando tenía 5 años".