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Mis Historias Urbanas
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Mis Historias Urbanas: Una historia de ¿amor?
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14 de febrero, 2016
Abrió la guía telefónica. Buscar a su amor de infancia casi 30 años después no iba a ser tarea fácil. Pasaba las hojas humedeciéndose con la lengua la punta del dedo índice, que luego bailaba en la página de nombres. "¡Bingo!", se dijo. Llamó y oyó a una mujer. Era la mamá de él. Margot se presentó como lo que ahora era, "una amiga de hace años".
Un par de indicaciones de la madre bastaron. Fue a buscarlo. Lo besó, le hizo el amor. Ignoró su panza, acrecentada con el paso de los años, e hizo invisible en su conciencia el anillo de matrimonio que adornaba el dedo anular de su amante. Hace un mes llegó la esposa del mencionado Don Juan a buscar a mi protagonista a su trabajo. "¡Prostituta!", le gritó furiosa desde la calle. El romance estaba al descubierto. Ella lo negó todo.
"Así se hace en estos casos", justificó con un vaso de cerveza que llena y vacía mientras habla. Ese rato, miró a la esposa por encima del hombro y volvió a lo suyo. No podía hacer más. No si sabía en su corazón que estaba dispuesta a soportar todo con tal de tenerlo a su lado, como hasta ahora. "Yo no soy prostituta, mijita, yo no cobro, yo solo amo", aclaró mientras llenaba otro vaso.
"Así se hace en estos casos", justificó con un vaso de cerveza que llena y vacía mientras habla. Ese rato, miró a la esposa por encima del hombro y volvió a lo suyo. No podía hacer más. No si sabía en su corazón que estaba dispuesta a soportar todo con tal de tenerlo a su lado, como hasta ahora. "Yo no soy prostituta, mijita, yo no cobro, yo solo amo", aclaró mientras llenaba otro vaso.