Ya aclarado el tipo de clientes que tiene, es obvio que debe existir protección para el visitante "zanahoria", el que no hace nada, el que solo va a comer, como Kristian. Allí es donde entra el dueño. Un día en que nuestro lector se disponía a comer uno de esos encebollados, Uno de los comensales no quería pagar. Kristian, que en esta historia es simple espectador, recuerda cómo el dueño salió con cuchillito en mano y le apuntó directo a la yugular. 

Esa es su fama. "Hasta el borracho o maloso más maloso, se arrepiente" de portarse mal. Si usted conoce las huecas, identificará el local cuando encuentre en las paredes a héroes de películas de acción y descubrirá, que por $ 1,25 su encebollado nocturno no solo traerá cebolla, sino también seguridad.