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Mis Historias Urbanas: Curiosa metida de pata

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Claudia metió la pata cuando tenía 16 y aún le duele. Salía por ese entonces con un chico de 24, cuya existencia su padre, por obvias razones, desconocía. El día en que decidió meter la pata, su viejo tenía que viajar a Argentina por una semana y ella tenía un plan cuidadosamente estructurado: pasaría esos siete días con su amor.

Su padre que salía con las maletas y Claudia que le pisaba los talones corriendo, pero no para el aeropuerto, sino al encuentro con su amado. Esa primera noche de romance, los taquísimos que cargaba le jugaron mal. Metió la pata, literalmente. Pisó de forma equívoca un adoquín y cayó bochornosamente. El tobillo le dolía demasiado, pero la vergüenza la hizo desistir de la queja. Contuvo la respiración y volvió a casa. Apenas cerró la puerta, rompió en llanto. 

Al día siguiente, en el colegio, el tobillo se hinchó. El dolor era tan intenso que debió ir a la clínica, asustada. No era para menos, luego supo que tenía un esguince grave y necesitaba yeso. Toda la semana que había planeado escaparse, se vio arruinada por esa inesperada metida de pata. Claudia pasó en cama hasta que su padre volvió al país. Hoy por hoy, todavía siente dolores de tobillo. ¿Castigo divino? Indudablemente.