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Tratar a las mascotas como humanos: ¿por qué es popular esa tendencia?
Según expertos consultados, el problema se debe a que las personas exceden en los cuidados a las mascotas y se olvidan de un pequeño gran detalle: son eso, animales.
Michelle Arosemena es dueña de ’Kratos’, un perro de raza Jack Russell que tiene unos seis años. Hasta estos momentos, Michelle no sabría que hacer si su mascota parte a mejor vida, ya que se ha acostumbrado a su presencia, cariño, ladridos y compañía. Ella dice que su perrito le es “incondicional” más que cualquier ser humano.
“Kratos fue el regalo de graduación que mi papá —que en paz descanse— me dio. No sabría qué hacer si el se va al otro mundo. Es mi vida entera y me recuerda a mi papi”, dice la joven de 23 años, quien espera con ansias hacer crías con una hembrita de la raza de ’Kratos’ para perpetuar su presencia con futuros cachorritos.
De igual manera piensa Dennisse Zamora, una joven de 30 años que trabaja como asistente contable en Banalight. Ella ama a los canes y justifica su apego a ellos por las traiciones que ha sufrido de personas que la rodean. Ella asegura que los perritos son más leales que sus familiares. Esta idea la ha llevado a pensar y a no dudar que nunca va a casarse, ni a tener hijos porque con ’Rolex’, su perro, no necesita a nadie más.
“Las personas te mienten, te engañan y te dan la puñalada cuando menos te lo esperas. Amo a los perros, ellos nunca te van a engañar. Rolex es mi veintitanto perrito, no recuerdo cuántos he tenido, por lo que puedo decir que ellos son el mejor amigo del hombre”, indica Dennisse, quien no desea casarse “por ningún motivo” y mucho menos tener hijos. “Con Rolex lo tengo todo”, dice de forma exaltada.
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Humberto Caguana, profesor universitario de periodismo en la Universidad de la Artes, es amante a los gatos. El cuenta a EXTRA que ha tenido más de veinte gatos en ocho años. “Ahora tengo cuatro gatitos. Ellos son mi compañía, pero tengo cuidado en humanizarlos”, aclara el catedrático.
Yoandris, Schopenhauer, Filpo y Romina son sus ’patitas techeadoras’ —así los llama Humberto porque se pasean por los techos de Ceibos Norte— con quien disfruta todos los días 20 minutos por reloj para darle sus alimentos, jugar con ellos y “sacarles las pulgas” para que estén “bien aseados” porque sus obligaciones como docente no le permiten pasar más tiempo con ellos.
“Amo a los gatos. Pienso que son seres independientes, mejores que los perros, pero no superiores. Es más, el gato es considerado el animal doméstico más limpio de todos y el menos molestoso”, señala.
Es que quién no ha tenido una mascota en su vida, así sea un gato, un perro; hay muchos que llegan a tener desde hamsters hasta iguanas. Pero, ¿por qué la gente tiende a humanizar a las mascotas?
LA POLÉMICA DE LA HUMANIZACIÓN A LOS ANIMALES
El veterinario José Plúas Castro, de ’Patitas’, ubicado en Sauces III, dice que más que humanizar “yo diría que lo que estamos viviendo es una relación humano-animal más cercana, que a veces —no todo el tiempo— llega a humanizarse”.
“Lo que he podido ver es que esta relación humano-animal se explica desde diferentes aproximaciones: una es cómo se presente la carencia afectiva de las personas (sustitución humana), otra es la moda (que es el impulso de la industria para ‘mascotas’ que invita a tratar a los animales como miembros de la familia y como tal a consumir más productos)”, explica Plúas.
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SUPERANDO LOS LÍMITES
Aunque hay que tener cuidado con generalizar si se afirma que de por sí la humanización es un error —apunta el veterinario— también se puede dar el caso de llegar al extremo de dejar un perro en el patio de la casa o amarrarlo todo el día porque supuestamente “ese es su lugar”, asumiendo que dejarlo entrar a casa es tratarlo como humano.
“En esta acción estamos desconociendo la naturaleza social de estas especies y su modo evolutivo a compartir con grupos humanos y también con otros de su misma especie. Entonces el punto está en reconocer las necesidades de cada animal según su naturaleza”, dice el experto en animales. Según él, el problema de la humanización radica en las prácticas que afectan tanto el bienestar animal como el humano.
Asimismo, las personas hacen uso del lenguaje verbal y no verbal para expresar emociones y sentimientos, de manera que necesitan hablar con los animales para expresar empatía. “Esto no es humanizar, es parte de la relación en la que cada parte entra con sus propias características e intereses”, sintetiza el profesional.
Por su parte, Darwinson Plaza, adiestrador de perros, menciona a diario EXTRA que los canes son animales de manada, y aunque estén domesticados siempre necesitarán tener contacto con otros de su especie. “Privarles de esto por humanizarlos no es sano ni para ellos ni para nosotros, pues el animal podrá tener episodios de ansiedad, estrés e incluso agresividad si no están bien controlados”, expresa Plaza.
Muchas veces los animales hacen cosas de humanos. Una de las cosas que pueden hacer, por ejemplo, es usar el baño como personas normales, o hacer que un gato tome agua desde un lavamanos. ¡Insólito!, ¿verdad?.
“Un perro que orina en el inodoro no es un perro. Es cierto que haber conseguido que un can haga sus necesidades en un baño es todo un logro, pero el animal no tendrá muy claro qué hacer y es posible que le extrañe ver a otros levantar la patita para hacerlo”, sostiene, ya que asegura que perro es perro y, por tanto, debe actuar como tal.
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Cuando los dueños quieren humanizar a las mascota se pasa por alto algo muy importante: sus necesidades. Porque, aclara, que si “queremos alimentarlo con nuestra comida, olvidamos que él necesita nutrientes para sus huesos y su organismo que solo una comida preparada especial para perros y de alta calidad puede aportarle”.
Otro problema que se presenta es cuando la mascota duerme en la cama y se tienden a olvidar que un día el dueño no va a estar y, ¿qué hará él entonces?
“Cuando queremos que vaya en un carrito como si fuera un bebé, se nos olvida de que un perro necesita correr y saltar y ensuciarse para ser feliz y ser lo que es: un perro”, indica el adiestrador.
Formas de humanizarlos...
Según Darwinson, hay muchas formas de humanizar a las mascotas, pero los puntos que da a continuación son la base para “desencadenar manipulación en los animales”.
▶Sobrealimentar a la mascota
▶Disfrazarlos
▶Integrar a la mascota en costumbres humanas
▶Confundir emociones de la mascota con las humanas
CONSECUENCIAS DEL “EXCESO DE CARIÑO”
José Plúas, quien tiene varias mascotas por sus hijos y por su profesión, aconseja en no excederse en los cariños hacia un animal.
“Como profesional y cuidador que soy de un perro, sé lo difícil que es demarcar los límites del cariño. Me parece que si las personas estamos atentas a reconocer en el otro un ser vivo con naturaleza propia, necesidades específicas y singularidad, minimizamos las consecuencias negativas de una relación afectivamente sobredimensionada”, precisa el veterinario.
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Es decir, que lo que para la persona es importante como comer, vestirse y usar zapatos, no lo es para el animal, y es ahí donde se está respetando la naturaleza de la mascota. “Cuando se logra esto, no le hago daño al animal”, dice.
También hay que entender que el apego excesivo le puede causar malestar al animal por gran dependencia de los humanos y a los humanos malestar ante la ausencia, enfermedad o muerte del animal. “Cada vez es más común el duelo por la pérdida de un animal”, afirma.
¿AFECTA A LAS MASCOTAS DARLES ‘MUCHO AMOR’?
El experto nombra algunas consecuencias, entre ellas:
▶Se convierte en un animal inseguro.
▶El animal involucrado pierde comportamientos propios de su raza.
▶Se convierte en un animal ansioso, temeroso y totalmente dependiente de su dueño.
▶Le cuesta trabajo relacionarse con otros animales, ya que fue educado para ser un “hijo sustituto”.
▶Presentan desórdenes de comportamiento, se vuelven un poco agresivos, destructivos y manipuladores.
Así las cosas, todo se puede resumir en que jamás se debo olvidar que nuestras mascotas, por más cariño y amor que les tengamos, no son humanos. Hay que cuidarlos, alimentarlos, limpiarlos, estar atentos de su salud, atenderlos y demás, pero recordemos que no son nuestros hijos ni nuestros hermanos.