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Buena Vida
Juguetes de madera, en extinción
Con el paso del tiempo los artículos para divertirse han evolucionado y hay otros que tienden a desaparecer
Como divertidos, didácticos y seguros calificó Teresa Tenesaca, de 56 años, a los juguetes artesanales con los que, en su niñez, se divertía junto con sus hermanas y amigas.
Con algo de melancolía, la señora contó que en los años 70 su principal juguete fue una balanza de no más de 15 centímetros, hecha en hojalata. “Hacíamos como la tiendita, simulando vender o comprar alimentos”, recordó la mujer y precisa que las pesas que usaba eran piedritas de distinto tamaño.
Aquel pequeño juguete, réplica del utensilio que en los mercados se usaba para el expendio de los alimentos, es como un recuerdo que conserva Teresa en su local de venta de artesanías en el mercado 10 de Agosto, en la ciudad de Cuenca.
Ella tiene unas cinco minibalanzas y pese a que ahora nadie compra ni las hacen, recuerda cómo se divertía en su niñez, en los años 60 y 70.
Las balancitas que mostraba Teresa gustaron a María Sigüenza, una joven de 15 años de años, quien pudo conocer uno de los juguetes de antaño que sus abuelos y tíos le habían contado. “Son muy lindas”, dijo la muchacha admitiendo que los juegos actuales son distintos a los de las generaciones pasadas.
Las balanzas, al igual que los carros de madera, las payllcas (resorteras hechas en madera que se usaban para cazar pájaros), cocinas en hojalata, sillas, muñecas o pelotas de trapo u otras creaciones artesanales fueron la atracción en época de Navidad hace unas cuatro o seis décadas, pero ahora están casi extintas, rara vez se los elabora.
Con el fin de que este tipo de juguetes sigan siendo utilizados por los niños, el jubilado Darío Fajardo, de 83 años, dedica parte de su tiempo a fabricarlos.
“Eran sencillos de hacerlos y hasta baratos, pero es una lástima que no existan hacedores de estos”, expresó el hombre, nativo del cantón Santa Isabel y, a la vez, lamentaba que no haya demanda de estos juguetes usados en la antigüedad.
Por ello, sin ser artesano calificado, se empeña en que no desaparezcan esos artículos de entretenimiento para lo cual, desde hace dos años, tres días a la semana, se lo ve a un costado de la plazoleta de Santo Domingo, en el Centro Histórico cuencano, exponiendo los trabajos que hace por afición, con materiales que adquiere en las pocas carpinterías y hojalaterías de Santa Isabel.
PARA SUS HIJOS
El adulto mayor aseguró que aprendió a hacer estos juguetes cuando se desempeñaba como mayordomo de una hacienda cañicultora de su tierra natal, Santa Isabel.
Como el sueldo que ganaba no le permitía comprar aquellos juegos que se expendían en los almacenes, con un poco de ingenio, habilidad, algunos maderos y herramientas caseras, él dedicaba sus horas libres a elaborar artículos con el fin de que sus siete hijos tengan algo con qué divertirse.
Él ofrece los elaborados a mano, los cuales tienen un costo de entre dos y ocho dólares y sirven para recordar y mantener vivos los juegos tradicionales.
“Jugaba con estos objetos hace 50 años... Todo era sencillo. Y hasta peleaba con mis amigas exigiendo que el peso de los granos de maíz que aparentaba comprar sea exacto”, adujo Narcisa Conde, vecina del sector que aplaude la labor de don Darío al tratar de promover la elaboración de juguetes antiguos. Ella suele adquirir alguna creación del jubilado para tenerla como recuerdo del ayer, anhelando que estos objetos tradicionales no se pierdan. (JM)