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Buena Vida
La fe se ‘retoca’ con golpecitos de un combo
La emergencia generó que decenas de personas se refugien en la oración, por lo cual han mandado a reparar sus imágenes. Aumentó trabajo de artesanos
Con gran habilidad, Édgar Guerrero da suaves golpes con un combo de caucho para dar forma, en un madero, a la imagen de un Niño Jesús. Esta es una de las figuras religiosas más solicitadas por los cuencanos, confiesa el hombre de 63 años de edad, de los cuales 51 los ha dedicado a esculpir figuras e imágenes religiosas.
El artesano cuencano, que se inició en el oficio del tallado cuando tenía doce años de edad, de la mano del artista Julio Jimbo, quien esculpió la imagen del Cristo del Consuelo que se venera en Guayaquil, es uno de los cinco artesanos cuencanos dedicados a este oficio.
Él sostuvo que la pandemia, de alguna manera, hizo que la población se volcara a la religiosidad y, por ello, en esta época los artesanos han dedicado su tiempo a la reparación y refacción de aquellas imágenes antiguas y ancestrales que algunos ciudadanos usan para orar en sus casas y que por el paso del tiempo se han deteriorado.
En su pequeño taller de la ciudad Cuenca, Azuay, ubicado en las calles Vega Muñoz y Juan Montalvo, donde Guerrero trabaja desde hace 43 años, hay más de mil figuras religiosas en proceso de reparación, refacción y elaboración.
Entre ellas se destacan las efigies del Niño Jesús, el Señor de la Buena Esperanza, la Virgen de la Nube que se venera en Azogues, la Virgen de El Cisne, entre otras como san Pancracio.
Esta última es una imagen que pertenece a la familia Ortega que reside en España y la enviaron a Cuenca para que sea restaurada por el maestro, que se especializó en dibujo, pintura y escultura en Escuela de Bellas Artes de Quito.
Las obras de Guerrero han llegado a Japón, Estados Unidos y España, para ser colocadas en iglesias católicas y en casas de familias cuencanas.
Entre sus trabajos destacan ‘La Trinidad’, una imagen en tamaño real que está en la iglesia de la parroquia Chuquiribamba, en Loja, y una efigie de María Auxiliadora que fue colocada en la iglesia de Challuabamba, en Cuenca.
El escultor considera su labor como “difícil y de paciencia”, porque a más de tallar o pintar una pieza, un santo o una figura, el arte consiste en darle vida a una imagen, de manera que evoque fe, devoción, esperanza y guarde consigo muchos recuerdos espirituales de las familias católicas, según sostuvo.
OTROS ARTESANOS
Además de Guerrero, los artistas Juan Borja, Cornelio Lojano, Carlos Narea, el maestro Julio Jimbo y Celina Sánchez son los pocos que siguen trabajando con lo aprendido de sus ancestros y también se dedican a retocar las efigies.
Estos cinco artistas señalan que sus trabajos incrementan de acuerdo con el calendario religioso. Por ejemplo, en diciembre elaboran y reparan Niños Jesús; en mayo, efigies de Vírgenes; en junio trabajan con el Sagrado Corazón de Jesús. (JM)