“Alguien le dijo a mi hijo John David, de 16 años, que sus lágrimas de tristeza se convertirían en llanto de alegría; que Dios nos iba a ayudar a parar nuestra casita y así ha sido”, expresa con gozo y sollozo Gladys Jama, quien el pasado 16 de abril perdió su casa (de caña y madera) en un incendio, en el sector de Mapasingue Este, norte de Guayaquil.

El drama de esta madre soltera, con cuatro hijos, conmovió a nuestros lectores, quienes apenas vieron la nota publicada, el 27 de abril, no dudaron en responder con gran generosidad y mucha empatía.

El primero en hacerse presente fue la empresa ecuatoriana Nature’s Garden, cuyo fundador, Carlos Valarezo, un ávido lector de EXTRA, revisó la nota y le ‘pegó’ full la situación y el llanto del adolescente John David, e inmediatamente se contactó con este medio para ayudar a la damnificada.

“Mi papá vio el lamentable caso de Gladys, me lo compartió, me sentí identificada como madre, por eso decidimos donarle $ 1.000 en efectivo y $ 2.500 en productos, para que ella pueda comercializarlos y ayudarse económicamente”, señala Marissa Valarezo, gerente administrativa de la compañía.

En la entrega de las contribuciones, Gladys no pudo contener las lágrimas, pues los productos otorgados son los más vendidos dentro del mercado.

“Es un incentivo para que empiece su propio negocio y pueda emprender, así se ayuda, mientras recupera su vivienda”, indica la gerente, quien manifiesta que no es la primera vez que la compañía hace obra social.

“Es parte del ADN de la empresa y la familia”, asevera Valarezo, quien cuenta que desde 2019, la empresa contribuye en obras sociales. En plena pandemia donaron sus productos a hospitales que combatían en primera línea al coronavirus.

Un corte a la desgracia

Y a este grupo solidario se une nuestro lector, Álex Pérez, quien consume EXTRA desde hace tres décadas.

El maestro jubilado y sastre conoció la historia de Gladys y sus hijos y quiso ayudar, por eso le entregó una máquina de coser profesional, la cual estaba a punto de vender en $ 300. Él se despojó de ese ingreso para bendecir a la guayaquileña de 32 años.

“Tengo hijos y nietos; no me gustaría pasar por lo que ellos vivieron. Yo tenía dos máquinas y sí las necesito, pero vi que ella más, por sus vástagos. Yo puedo seguir con la que tengo, mi obsequio puede que en algo le sirva”, dice nuestro fiel lector, quien afirma que al despojarse de su herramienta de trabajo, solo trata de imitar el ejemplo de Jesús y su amor al prójimo, no solo de palabras, sino de acción.