Buenos días, doña Esperancita, me llamo María Isabel, tengo 20 años y le escribo desde el norte de Quito. Le quiero contar mi historia para que me ayude. Tengo un novio que es diez años mayor que yo, ya llevo algún tiempo saliendo con él. La verdad es que al comienzo de nuestra relación era muy amoroso, atento y comprensivo; juraba amarme y respetarme. Pero ahora ha cambiado, solo me busca para sacarme dinero y a su vez para el sexo. Cuando no tengo plata no le importo, solo desea verme cuando cobro mi sueldo y cuando anda con ganas de ir a la cama. Otra cosa que sucede es que, cuando ingiere alcohol, se porta muy grosero conmigo, me trata mal, incluso lo hace telefónicamente, por eso profiero no salir con él cuando quiere ir a tomar. De cierta manera, tengo miedo, no quisiera tener problemas y que en algún momento llegue a agredirme físicamente. Me siento acongojada, creo que alejarme de él sería lo mejor, porque sé que no voy por un buen camino. Yo lo quiero, pero estoy dispuesta a escuchar su consejo y tomar la mejor decisión para mí. Gracias.

Respuesta:

María Isabel, ese hombre es un parásito. Es hora de que abras bien los ojos, él no te quiere y no lo va a hacer nunca. Simplemente fuiste engañada, como muchas mujeres más, pero qué bueno que te hayas dado cuenta de que aquel tipo no es más que un lobo vestido de oveja. Ahora ya lo sabes y debes tomar una decisión radical; corta con él lo más pronto posible. No esperes a que suceda algo malo, simplemente actúa. Eres muy joven e ingenua y te falta conocer mucho de la vida. En primer lugar, un hombre borracho es un mal elemento para una relación, no confíes en alguien que prefiere ir a beber con sus amigos a estar con su pareja. Es evidente que tu noviecito te ha utilizado para sacar provecho de ti, y tú has estado ahí para servirle. Pero ya se le acabó el jueguito, empieza por tomar otra actitud, valórate y quiérete un poco más. Si el tipo no te deja en paz y empieza a molestarte, entonces llama a la Policía. No esperes a que abusen de ti, debes poner límites y no aceptar algo que no veas bien. Ojalá sepas elegir bien a tu próxima pareja y no vuelvas a tropezar con la misma piedra. ¡He dicho!