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Buena Vida
Chambo: Clamor nocturno al Cristo de la Agonía
Este año no se realizará la tradicional procesión en la ciudad de la provincia de Chimborazo
En cada Viernes Santo, miles de personas, entre creyentes y turistas, se congregaban en torno a las imágenes del Señor de la Agonía y de la Virgen de los Dolores, figuras principales en los actos de recordación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en el cantón Chambo, provincia de Chimborazo.
Por la pandemia, será el segundo año en que no se realizará la multitudinaria procesión nocturna como se mantenía hace más de un siglo.
Pese a que no hay actos masivos, los ritos con esta representación, en esta fecha, siguen vigentes. Ahora lo hacen con las limitaciones reglamentarias.
“Es una fe que nos mueve desde niños. Nuestros padres y nuestros ancestros pertenecían a esta hermandad. En la actualidad somos más de trescientos socios entre hombres, mujeres y niños”, señaló Carlos Infante, presidente de la Asociación de Devotos del Señor de la Agonía.
Previo a la procesión, a puerta cerrada, los santos varones, con su atuendo blanco, participan en el Descendimiento del Señor de la Cruz.
El acto es dirigido por un sacerdote. “Se va rezando, mientras sacamos la corona de espinas, los clavos y cada parte… De ahí lo colocamos en una anda tipo sepulcro y salimos a la procesión”, explicó Carlos. El acto se hace después de las 19:00 de cada Viernes Santo.
Los cucuruchos, vestidos con túnica morada y un capirote blanco que representan la penitencia por la muerte de Jesús, sostienen a la Virgen.
Este año no cargarán las efigies, sino que se las pondrán en plataformas y las llevarán en un recorrido por las calles. Los creyentes pueden verlas desde sus casas.
La efigie de la Virgen de los Dolores fue traída de Pamplona hasta Quito por un fray, en 1939. Después la enviaron a Riobamba y luego a Chambo. En 1945 fue entregada a la hermandad para su custodia.
Por tradición, la imagen permanece dos años en la casa del tesorero de la hermandad, quien debe cuidarla junto con su familia.
Hace años, cuando iban a guardarla en su urna, el cristal explotó. Entre sus devotos se asegura que la Virgen no quería quedar encerrada.
Con esta imagen se recuerdan los siete dolores que vivió la Madre de Dios al acompañar a su hijo a cumplir la misión de salvar a la humanidad, así como su soledad.