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Las mujeres de la comuna de Zuleta cantan al ritmo de los violines, rondines y guitarras. Usan sus mejores trajes.ANGELO CHAMBA

Todos vuelven a Zuleta para celebrar los sanjuanes

Una noche al año las casas de la comuna de Zuleta se abren para recibir a los bailadores. Incluso quienes han migrado vuelven para reencontrarse

Las chamizas (hogueras) se prenden en la cancha central de Zuleta, una comunidad de la provincia de Imbabura. Es señal de que los sanjuanes empezaron y de que nadie dormirá esta noche.

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Hay grupos de gente que empiezan a entonar al ritmo de las guitarras, los rondines, los violines y uno que otro bombo. Las luces de las casas se prenden y se terminan de colocar las coronas de frutas, panes, licor y dinero en la parte más visible.

Kuyllur Escola, gestora cutural de esta comunidad que pertenece a la cultura Kichwa Caranqui, cuenta que en la última semana de junio se celebra a San Juan Bautista, el patrono de la comuna y quien protege los sembríos.

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Esto no se aleja de las festividades del Inti Raymi, es más bien otra acepción, pues en esta época se cosechan los sembríos, para, en septiembre volver a sembrar. “El Inti Raymi es más inca que kichwa, pero acá sí se agradece a la tierra y al sol por todo lo recibido”, dice Kuyllur.

PUERTAS ABIERTAS

Son las 20:30 y los grupos de bailadores se dirigen montaña arriba, pero el camino es largo y sinuoso. La costumbre, que tiene al menos unos 50 años, dicta que cada grupo –amigos o familiares– entre en cada vivienda con sus coplas, música y baile. Allí, los dueños los reciben con comida típica de la zona, chicha de maíz y puntas (licor de caña).

Los grupos de bailadores suben por la calle principal hacia la parte más alta de la comuna de ZuletaANGELO CHAMBA

Rafael Carlosama tiene una jarra de chicha en la mano. Baila y canta con cada agrupación de bailadores. Es el dueño de la primera casa que visitan. “Siempre se les ofrece esta bebida porque es tradicional de la zona. Nos preparamos para esto por lo menos con un mes de anticipación”, relata.

En su patio entran tres grupos simultáneamente. Él se encarga de que cada uno reciba un vaso de la bebida. En la segunda ronda ofrece un trago de puntas, servido en el cacho de un toro. El ritual se repite decenas de veces, la noche de sanjuanes es la única del año en la que todos los zuleteños abren sus puertas. Algunos incluso alquilan carpas para que los visitantes no se mojen si llueve.

En cada casa se pueden encontrar coronas de frutas y panes junto a la imagen de San Juan.ANGELO CHAMBA

RECIPROCIDAD Y SOLIDARIDAD

En cada vivienda –todas mantienen un estilo entre rústico y colonial–se coloca una ofrenda de frutas, panes, licores y dinero en la parte más visible. Rafael la armó en la entrada de la sala. Al fondo se puede divisar la imagen de San Juan en un altar con velas. “Al santo también se le ponen las mejores galas”, cuenta.

Kuyllur explica que cualquiera de los bailadores puede pedir algo del arreglo de las apetitosas frutas, la única condición es que al siguiente año debe devolver lo que ha tomado, pero el doble. “No es algo sancionado, solo se sabe que así es. Así mismo pasa con los priostes y quienes los ayudan”, asevera.

TODOS VUELVEN

A partir de las 18:00, las calles de la comuna se empiezan a llenar de carros, tanto que incluso se cierra el paso en algunos tramos ¡el que entró se quedó!

Esto debe a que es casi una obligación volver a Zuleta la noche de sanjuanes. “Mucha población ha migrado a las ciudades, pero esa noche es de reencuentro con la familia y con amigos”, explica Kuyllur.

Todo empieza con las chamizas en la cancha principal.ANGELO CHAMBA

También responde a que los mestizos visitan cada vez más esta comuna para ser parte de las celebraciones. No se necesita invitación, quien llegue puede sumarse a cualquier grupo de bailadores. “Esto ha hecho que se desvirtúe un poco la fiesta, pues incluso se han integrado instrumentos que no son de aquí, como el bombo o el cajón peruano”, dice la gestora.

Las coplas las cantan hombres y mujeres, a veces a forma de contrapunto, otras como acompañamiento. Eso sí, no puede perderse la picardía de las letras: “Movete, movete, matita de ají, como te movías cuando te cogí”, dicen algunas de las mujeres que llevan la vestimenta característica de Zuleta: faldones plisados, blusas bordadas a mano, chalinas, sombreros y alpargatas. Siempre son los mejores trajes para esta noche.

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