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La intervención para liberar a los rehenes de TC Televisión involucró a las fuerzas del orden, en enero de 2024.ARCHIVO

Violencia en Ecuador: “Cuando el narco se mueve, el narco mata”

Estudio que desvela que entre 2010 y 2018 los ecuatorianos vivieron un período de aparente tranquilidad. Entre 2018 y 2024 explotó la violencia

El 9 de enero de 2024, integrantes del grupo de delincuencia organizada (GDO) Los Tiguerones se tomaron –en plena transmisión– el canal TC Televisión, en Guayaquil. Una escena de terror que expuso el nivel de violencia que enfrentaba Ecuador, y que derivó en la declaratoria de Conflicto Armado Interno. Entonces –desde diferentes frentes– atribuyeron responsabilidades políticas de lo que ocurría al expresidente Rafael Correa porque supuestamente había “pactado con las mafias”.

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Correa –apasionado y presumido tuitero– no tardó en contestar. Y quiso deslindarse de la ola de violencia que azota al país, explica a EXTRA Arduino Tomasi, un guayaquileño que tiene un Ph. D. en Ciencia Política, de la Escuela de Economía de Londres, y quien ahora realiza un posdoctorado en la Universidad de Chicago. “Si un Ph. D. en Economía esgrime un argumento cuantitativo, me lo tomo muy en serio”, afirma el experto, quien inició un estudio el cual expuso que entre 2010 y 2018 hubo una denominada ‘pax narca’, es decir, un período de aparente paz. ¿Por qué?

La toma del canal TC en plena transmisión desveló el nivel de violencia en el Ecuador.ARCHIVO EXTRA

El 16 de febrero de 2024, el expresidente escribió en su cuenta X: “¿Cómo logramos la segunda tasa de homicidios más baja del continente? Cero improvisación, inversión y seguimiento de metas desde la misma Presidencia (...) Se inventaron (la) idiotez de que pactamos con mafias, y han sido ellos”. En el mismo post añadió un cuadro cuya curva de homicidios desciende en el “Gobierno de la Revolución Ciudadana” con la creación del Ministerio del Interior, del Sistema de Vigilancia ECU-911, implementación de sistemas de análisis y georreferenciación del delito en tiempo real, reestructura operacional de unidades especializadas contra microtráfico, entre otras.

El subregistro

Tomasi revisó las bases del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y confirmó que los datos eran correctos. ¡Pero! Sí, había un pero. Junto a la columna que exponía las cifras de homicidios había una que se clasifica así: ‘Muertes violentas de intención no determinada’. “Corresponden a distintas causas, por ejemplo, envenenamiento, estrangulamiento, muertes violentas por disparos, explosión de algún artefacto, donde la intención no está determinada. Eso significa que es un subregistro de muerte”, añade.

Otro de los ítems es la intencionalidad. Hay una serie de elementos que configuran una causa de muerte: accidentes, suicidios u homicidios. Si es que en una partida de defunción no se puede determinar si fue alguno de los anteriores, se llama subregistro, insiste Tomasi.

Entonces, luego de verificar que –en efecto, como lo dijo Correa– la tasa de homicidios se había reducido, pensó que el subregistro de muertes violentas de intención no determinada también había caído. Pero no. Entre 2007 y 2018, comprobó que se desconocían las circunstancias exactas de muerte de 7.379 ciudadanos, lo que equivale a un promedio alarmante de 615 muertes por año, o 1,7 por día.

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Eso da cuenta de que hubo un mínimo histórico en la baja de la tasa de homicidios, pero un máximo histórico en el subregistro, advierte el investigador. “¿Cómo?”, se preguntó, en un contexto en el que hubo inversión histórica en salud, creación de instituciones, seguridad, etcétera. ¡Banderas rojas! Un subregistro de muertes puede contener casos de crímenes sin resolver. Y el Estado tiene que precautelar el derecho de las personas, uno de los fundamentales es el derecho a la vida, dice.

Salida de la base de Manta

Había algo más. La tasa de muertes violentas de intención no determinada no ascendía en línea recta, sino que fluctuaba. “¿Qué afectaba esa variación?”, otra vez se preguntó Tomasi. “Lo primero que me vino a la mente fueron las incautaciones de cocaína”, se respondió.

El magíster en Economía Manuel González analizó el efecto de la salida de la Base de Manta, en 2009, sobre las incautaciones, y lo publicó en ‘Economía en Jeep: Un blog sobre economía del Ecuador’. “Los resultados del test estadístico indican que hay evidencia de un cambio estructural en el año 2010, una vez que la Base de Manta deja de existir (...) el nivel de incautaciones sufre una disminución promedio de 75 %”, se detalla. Hay una caída permanente de las incautaciones de cocaína, remarca Tomasi. Pero ¿qué tiene que ver con el subregistro?

El investigador se planteó una hipótesis: “¿Hay una correlación?”. Sí. En el estudio, entre 2010 (con la salida de la Base de Manta) y 2018, los números dan cuenta de que los años en que caen las incautaciones de cocaína, aumentan las muertes violentas de intención no determinada. Y viceversa (ver infografía). “Cuando el narco se mueve, no genera bienestar, sino lo contrario: muerte… Cuando el narco se mueve, el narco mata”, sentencia.

A partir de allí, realizó un mapa de calor a nivel provincial que evidenció que esta correlación coincide notablemente con las rutas de la cocaína recientemente reveladas por la inteligencia policial como Esmeraldas, Manabí, Guayas, Pichincha, Los Ríos, El Oro, entre otras. Luego, hizo un análisis (diseño cuasi experimental) para aislar cuál es el efecto de la salida de la Base de Manta. Lo que determinó fue que aquel evento causó el aumento de más del 75 % de muertes violentas de intención no determinada en esas provincias.

Si se trataran de accidentes o de suicidios –que cuentan en el subregistro–, no tendrían por qué estar concentrados. Pero sí los homicidios, dice Tomasi, quien asegura que durante esos años se vivió una ‘pax narca’, una falsa calma, y cita a Francisco Huerta Montalvo, quien fue integrante de la Comisión de Transparencia y Verdad, cuando dijo en una entrevista que en Ecuador “el narco penetró con bendición oficial”.

Pero la ‘pax narca’ terminó en 2018, cuando empezó a aumentar la violencia y la tasa de homicidios. En ese año ocurre la ‘traición’ de Lenín Moreno a Rafael Correa. Y, según la BBC, desde ese año se produjo un incremento de aprehensiones de droga en el territorio. “De hecho, es el país de Sudamérica no productor de cocaína que más droga incauta”, dijo Renato Rivera, investigador de la Red Latinoamericana de Análisis de Seguridad y Delincuencia Organizada.

Después, entre 2018 y 2024, explotó la violencia. Leandro Norero finge su muerte. ‘Resucita’. Muere por segunda vez. Masacres carcelarias. Se destapa el caso Metástasis, que involucra a instituciones estatales; el caso Purga deja en evidencia los tentáculos de poder en la justicia; y los militares continúan enfrentando a los GDO en las calles.

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